C138: Avivar el rechazo.
Milord continuaba gritando y su voz retumbaba por toda la estancia mientras liberaba cada atisbo de desprecio y frustración que sentía hacia Askeladd. Para él era imposible aceptar la idea de que Askeladd realmente hubiera convertido a Azucena en su mujer. La noción de que ella pudiera pertenecerle de esa manera le resultaba inconcebible, como si su mente se negara a aceptar la realidad. No podía creerlo, de ninguna forma, y cada pensamiento sobre ello lo llenaba de ira y desconcierto.
Durante todo el tiempo que Azucena había permanecido en Sterulia, Milord había sostenido la esperanza de que tal vez, de algún modo, él había logrado imponer miedo sobre Askeladd con sus advertencias o manipular la situación para que Azucena fuera devuelta sin que éste la hubiera tocado, sin que se convirtiera en su amante. Pero ahora, al enfrentarse con la verdad, comprendió que estaba completamente equivocado. La urgencia de recuperarla se convirtió en una necesidad física, un impulso que lo consumía