Kael
El deber es una cadena invisible. La he llevado toda mi vida, eslabón tras eslabón, forjada con cada orden cumplida, con cada juramento pronunciado. Nunca me había pesado hasta ahora.
Observo a Auren desde el otro lado del salón mientras conversa con una dama de la corte. Su vestido azul medianoche contrasta con su piel clara, haciéndola brillar como si fuera una estrella caída entre mortales. Lleva el cabello recogido en un elaborado peinado que deja su cuello al descubierto, vulnerable y tentador a la vez.
Mis órdenes son claras: vigilarla, informar de sus movimientos, mantenerla bajo control. Pero cada día que pasa, esas órdenes se convierten en una carga más difícil de soportar. Ya no puedo fingir que solo cumplo con mi deber cuando la sigo con la mirada. Ya no puedo mentirme diciendo que la protejo únicamente porque es parte de mi misión.
La protejo porque no soportaría que le ocurriera nada.
—Comandante Kael, parece distraído esta noche —comenta Lord Darian, un noble de las