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InicioGUERREROS DE MIDGARD
GUERREROS DE MIDGARD

GUERREROS DE MIDGARDES

Fantasía
Demian Faust  Completo
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Resumen
Índice

Sinopsis

MitoGuerreroHéroeFantasíaPrincesaAventurasDragón

Cuando no soy la persona que soy ahora. Cuando mi espíritu es arrastrado por una fuerza incalculable, extraída de los más recónditos abismos de mi alma. Arrastrado atrás en el tiempo, donde sólo la memoria de la sangre puede llegar. Arrastrado por miles y miles de años. Adentrándome por los lóbregos laberintos más allá de los registros históricos, puedo desentrañar de las penumbras de los abismos del tiempo, épocas remotas muy distantes ya cuando el mundo era joven, y las tierras eran muy distintas, hace unos 12000 años...

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GUERREROS DE MIDGARD Novelas Online Descarga gratuita de PDF

Último capítulo

  • EL COLISEO DE LA MUERTE séptima parte

    La noche pasó sin fiestas ni bullicios. Medreth se recuperaba en su cama con las atenciones de los médicos hallstatios y los cuidados mágicos de Sadrach. Lupercus practicaba con su espada en los jardines y los turanios proseguían con sus prácticas licenciosas.Lupercus decidió descansar de la práctica y se fue a dormir, aunque algo lo interrumpiría camino a su habitación.Su olfato era prácticamente lobuno y cuando el hedor de un turanio le llegó a su nariz, algo le hizo sospechar...—Turanios... —se dijo— por aquí... Pero sus habitaciones están lejos. La única habitación cercana es... ¡Dioses! —Lupercus corrió hacia los aposentos de Medreth que estaban cerca.Se asomó por la ventana y observó tres figuras encapuchadas que se introducían furtivamente en la lóbrega

  • EL COLISEO DE LA MUERTE sexta parte

    Todo el día siguiente lo pasaron en medio de la cotidianeidad. Hasta los turanios parecían cansados del bullicio y el exceso. Se realizaron ritos fúnebres para todos los guerreros caídos el día anterior, cuyos cuerpos serían enviados a sus familias al final del Torneo —para así enviar los once cuerpos de los perdedores juntos.Lupercus despertó sólo, pues Ofidia había partido antes del amanecer y se dedicó a entrenar. Medreth y Shing-Lao continuaron cultivando su amistad, y Valkor compartió con su familia lo que quizás fueran sus últimos momentos.Al amanecer del siguiente día se dio nuevamente la rifa de combates con el siguiente resultado anunciado por el Rey:—Valkor y Grodh, Lupercus y Ofidia, Medreth y Shing-Lao...Esas fueron las irónicas condiciones de los nuevos enfrentamientos; Medreth debía li

  • EL COLISEO DE LA MUERTA quinta parte

    La noche llegó y cada combatiente afrontó de forma diferente el descanso de la dura faena del día. Aunque todos recibieron atención médica de los mejores expertos de Midgard traídos con ese propósito a Hallstatt, sus actividades nocturnas variaron mucho.Shing-Lao, la Tigresa de los Bosques de Bambú, meditaba apaciblemente en su habitación sentada en posición de loto y con abundante incienso frente a la imagen de sus dioses orientales. Aún cuando parecía concentrada en su meditación, la katana que yacía en la funda en su espalda estaba más que preparada para resurgir contra cualquier enemigo...Valkor el Búfalo ya tenía sus heridas vendadas y presentaba cierta dificultad para caminar, pero se emborrachaba alegremente con su familia y amigos, así como con muchos admiradores que llegaron a felicitarlo. Los enanos que acompañaban

  • EL COLISEO DE LA MUERTE cuarta parte

    Una hora después ocurrió el combate entre Medreth y el centauro Ekiros.La Hija del Dragón recibió un fuerte aplauso y una acalorada bienvenida del público. El centauro tuvo respaldo sólo de los otros centauros.La lucha empezó casi de inmediato ambos utilizando sus espadas, si bien el centauro tenía un arco con flechas reposando en sus espaldas. Para cualquiera era tarea difícil combatir a un centauro por su tamaño y peso, pero Medreth no era una rival ordinaria y fue capaz de contrarrestar adecuadamente los embates del híbrido.Éste optó por alejarse cabalgando de la wilusiana y cuando estuvo algo alejado preparó su arco y sus flechas y bombardeó a Medreth con ellas.Medreth se cubrió con su escudo pero las flechas de Ekiros no eran comunes; eran grandes y gruesas como lanzas, así que una de ellas hirió su

  • EL COLISEO DE LA MUERTE tercera parte

    Una hora después aconteció el encuentro entre Grodh y Gilwen. Mientras que el cerdo turanio sólo tuvo el apoyo de sus diez seguidores y unos pocos turanios presentes en el Coliseo, la elfa recibió una calurosa ovación de aplausos.Gilwen saludó a Grodh con una leve reverencia propia de los elfos y Grodh simplemente escupió el suelo diciendo:—¡Vas a morir, perra!El combate se suscitó muy pronto, pero Grodh era obeso y pesado y su espada difícilmente podía siquiera aproximarse a Gilwen quien la esquivaba con una velocidad sobrehumana. La mujer se alejó un poco y extrajo algunas flechas de su funda y las colocó sobre su arco. Su puntería era más que excelente, especialmente por su visión de águila heredada de su sangre élfica, pero las flechas eran retenidas por el grueso escudo del turanio, quien aún as&iacut

  • EL COLISEO DE LA MUERTE segunda parte

    Medreth pronto supo como era que los hallstatios lograban solventar los gastos del encuentro, pues gente de todo lo largo y ancho de Midgard viajaban a presenciar la competencia. El costo de la entrada era oneroso y sólo los ricos eran capaces de costearlo, por lo que muchos de los espectadores eran reyes, altos ministros y militares de alto rango. En la entrada de la boletería había un letrero escrito en varias lenguas que advertía “No nos hacemos responsables por flechas o lanzas perdidas durante la contienda ni por ninguna herida que puedan sufrir los espectadores producto de las batallas acontecidas en el Coliseo de la Muerte”.Durante la noche se realizó un banquete en el palacio real con los doce guerreros. La fiesta era importante pues, era claro que muchos de ellos morirían al día siguiente y que probablemente sólo uno sobreviviría la totalidad del campeonato.En el sal&oacut

  • EL COLISEO DE LA MUERTE primera parte

    En Midgard existió un torneo legendario que se realizaba cada cien años en la ciudad de Hallstatt y se llamaba el Torneo de los Doce. Se convocaba a los doce guerreros más poderosos y temidos de todos los rincones de Midgard para una pelea a muerte, y el sobreviviente sería galardonado como el más feroz de todos, acreedor de un tesoro incalculable, así como de cien esclavos, cien concubinas y cien cabezas de ganado. Pero, aunque la fortuna material era en sí misma apreciable, el mayor valor de ganar la contienda era la reputación; quien ganara el Torneo de los Doce era considerado el hombre o la mujer más fuerte y poderoso de Midgard, sería temido en cada rincón del planeta y cualquier puesto que ambicionara; comandante general de cualquier ejército, ministro, rey, etc., sería fácil de conseguir. Sólo podía participarse del Torneo si se era invitado por el Concejo de Sabios de Hallstatt quienes ejercían como jueces de la competencia y sólo se invitaba a aquellos guerre

  • LA TIERRA DE LAS BESTIAS PERDIDAS tercera parte

    La amenaza de los ogros proseguía y Lupercus sentía curiosidad por la naturaleza del diabólico hechicero que habitaba la torre gris más allá del lago, que en las noches de luna llena producía fantasmagóricos resplandores desde lejos que aterraban a los supersticiosos kushitas.Gracias al comando de Lupercus y sus enseñanzas civilizadoras los kushitas habían ganado terreno frente a los ogros, lo que enfureció al malévolo hechicero.En una de las contiendas más sangrientas libradas en las costas del lago, donde muchos ogros y humanos perecieron, Lupercus contempló por primera vez al líder enemigo que por primera vez llegaba al campo de batalla, un individuo espantoso vestido con una túnica negra, con rasgos humanos pero con ojos y colmillos de demonio, orejas puntiagudas y cuernos de carnero.—Me llamo Kardos —declaró—

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EL VALLE DE LOS DRAGONES primera parte
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Mi espíritu se removió inquieto, a medida que retrocedía en el tiempo a periodos recónditos, profundos, perdidos en los incalculables abismos cronológicos. Retrocedí era tras era, más allá del alcance de la ciencia, donde sólo la sangre guarda memoria; aunque fuera la entumida y envenenada sangre de los modernos humanos.  Cuando finalmente mi mente llegó hasta una encarnación previa, cuya consciencia rudimentaria desperté aletargada, me encontraba en un mundo primitivo hace incontable cantidad de eras. Cuando la humanidad era muy joven, un fenómeno reciente, nuevo y surgido súbitamente. En una época en la cual había aún continentes enteros sin que un pie humano los hubiera pisado. Parajes enormes y gigantescos donde jamás se había visto un hombre, y exuberantes bosques y selvas vírgenes dentro de las cuales se ocultaban todavía civilizaciones enteras de antiguas criaturas más antiguas que el hombre por muchos eones.  Era en esta desolada tierra inhóspita do
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EL VALLE DE LOS DRAGONES segunda parte
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No sé bien por qué razón lo hicimos así. Supongo que era contrario a los instintos supersticiosos de aquellas épocas. Pero nos dirigimos confiadamente hacia aquellas desoladas tierras desiertas... El lugar era sin duda mágico. Una tierra cargada por aromas agridulces, donde el brillo de las estrellas era mayor y más enigmático que en otras regiones. Dicho brillo iluminaba místicamente los follajes y las plantas, dándoles un extraño brillo plateado. Acampamos en un mágico paraje, un claro en el bosque rodeado por exuberante vegetación, que formaban un semicírculo. Una parte del semicírculo, cual diamante en una sortija, era una pequeña laguna con una hermosa caída de agua cuyo constante repicar en las piedras al caer, provocaba un hipnótico zumbido.Hicimos el amor y luego dormimos (siempre alertas) toda la noche. 
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Mezclen mi polvo con la marca ardiente,  Dispérsenlo libre al cielo  Arrójenlo amplio sobre la arena del océano,  De picos donde vuelan los buitres. Robert E. Howard   Palmira, capital del Reino de Sarcustán.  —¡Grandioso y poderoso es el Rey Corath de Sarcustán! —proclamaba Evakros, sumo sacerdote y primer ministro frente al trono del soberano. Corath, sin embargo, aunque rodeado de su corte real, nutrida por ministros, consejeros y militares sumisos y relamidos, tenía el rostro afligido, azotado por el dolor y la pena. Tan hondo y severo era su dolor, que ordenaba la ejecución de veinte jóvenes varones y veinte doncellas cada día. Todo como una forma de que su amargura fuera compartida por todo el pueblo. Sin embargo, los cuarenta mozos infortunados no eran asesinados antojadizamente, pues eran las víctimas que Evakros inmolaba al dios Malloch, como
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LOS DOCE DEMONIOS DE KORDASHA tercera parte
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Lupercus, Melith, Shak y Colmillo procedieron a realizar el regreso a Palmira. Pero encontraron la ciudad capital del estepario país en una situación muy distinta. Charcos de sangre corrían por las calles en medio de alborotadas multitudes, así que Lupercus ocultó a Melith entre unos callejones. —Colmillo —dijo al lobo— cuida a Melith, y mata a Shak si intenta escapar. Se adentró entre los angostos pasillos pedregosos de la ciudad. Tomó por el cuello a un mercader, y lo interrogó. —¡Han derrocado al Rey Corath! —anunció— estaban cansados de su tiranía y de los sacrificios que realizaba diariamente. —¿Qué hicieron con Corath? —Lo decapitaron ayer y colocaron su cabeza sobre una pica en la plazoleta central. —¿Y con Evrakos, que ocurrió? &m
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No hay registros plenos sobre lo aconteció entre la muerte del centauro y del gnomo, y el momento en que Lupercus era perseguido por una hueste de escorpiones gigantes, grandes como elefantes y negros como la noche misma. Eran unos quince, siendo el escorpión más grande de todos el que encabezaba la estampida arácnida y era montado por la Reina de los Escorpiones, una espeluznante mujer con seis brazos, toda vestida de negro, y con rostro deforme y arrugado exudante de malignidad. Perseguido por esta terrible hueste estaba Lupercus, escapando a toda velocidad en su caballo, al tiempo que Escórpica, la Reina de los Escorpiones vociferaba: ¡Ven acá, bastardo cobarde! Pagarás caro el haber matado a mis hermanos... Lupercus no sabía como iba a derrotar a quince escorpiones gigantes. Y sabía que pronto su caballo se cansaría y caería al suelo exhausto a sufrir una mue
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Cuando sueño, no soy la persona que soy ahora. Cuando sueño, mi espíritu es arrastrado por una fuerza incalculable, extraída de los más recónditos abismos de mi alma. Arrastrado atrás en el tiempo, donde sólo la memoria de la sangre puede llegar. Arrastrado por miles y miles de años. Adentrándome por los lóbregos laberintos más allá de los registros históricos, puedo desentrañar de las penumbras de los abismos del tiempo, épocas remotas muy distantes ya cuando el mundo era joven, y las tierras eran muy distintas, hace unos 12000 años, momentos en que la glaciación de Würm cubría la mayor parte del norte con espesa nieve.  Ya no soy una simple burócrata que trabaja en las oficinas del gobierno, con un trabajo mediocre y aburrido. Ya no soy la autómata archivadora, que se dedica a una lacónica existencia sin emoción.  En mi increíble visión ya no soy yo, pues me he convertido en una mujer guerrera diferente. De largos cabellos pelirrojos como el rubí, piel mu
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