POV— Valeria.
Desperté con una sensación extraña. El aire en la habitación estaba denso, como si la tensión de la noche anterior hubiera quedado flotando entre nosotros. Armando se vistió en silencio, sin la habitual caricia en mi mejilla, sin el beso en la frente que me regalaba antes de salir. Apenas un “nos vemos” ronco y seco. No necesité más para entender que la rabia seguía allí, contenida, latiendo bajo la piel.
Quise restarle importancia. Pensé que un par de horas serían suficientes para que se calmara y pudiéramos hablarlo con cabeza fría. Me repetí eso como un mantra mientras desayunaba con Vanessa, mientras la llevaba al colegio, mientras me dirigía a la empresa. Pero en el fondo, una punzada de inquietud no dejaba de crecer.
Al llegar a mi oficina, todo parecía normal. Encen