Capítulo 15.
La sirvienta indicó a Isabella que la siguiera, para encontrarse con el señor en su salón favorito.
El eco de los pasos de Isabella resonaba en el largo pasillo de la casa. Su corazón no dejaba de temblar. Había algo extraño desde el principio, pero llevaba demasiado tiempo reprimiendo sus sospechas y estaba demasiado cansada de ser una esposa fiel que no era valorada.
Finalmente, una sirvienta se detuvo frente a unas grandes puertas dobles.
—Adelante, señora —dijo con voz neutra.
Isabella miró aquellas majestuosas puertas, y su mano sudaba de frío al tocar el pomo.
Cuando las puertas se abrieron, el aroma a tabaco y perfume masculino la envolvió de inmediato. Allí estaba sentado un hombre que conocía muy bien… pero que ahora le resultaba extraño. Imponente, autoritario, con una mirada tan fría como el hielo. Era Samuel, o mejor dicho, el señor Aaron.
—Isabella —dijo sin expresión—. Eres más lista de lo que pensé, lograste encontrarme aquí.
Isabella se acercó, conteniendo las lágrimas