Una semana después del cumpleaños de Ana, los tres decidieron llevarla a la empresa por primera vez. Lina ya había vuelto a trabajar a tiempo completo, y Elara pasaba las mañanas en la oficina diseñando nuevas campañas antes de ir a sus clases de diseño. Quería mostrarle a Ana el lugar donde habían construido su futuro, donde ella había nacido en medio del caos y donde ahora reinaba la paz.
“¿Listas para conocer el lugar de trabajo de tus mamis y tu papi?” preguntó Elara a Ana, que estaba en su cochecito con un gorrito con el logo de Rothwell Industries.
Ana soltó un “¡mami!” y movió las piernas con emoción. Lina cogió el carrito por un lado, yo por el otro, y entraron en el edificio.
Los empleados se acercaron inmediatamente, sonriendo y saludando a Ana. “¡Hola, pequeña Ana!” gritaron algunos. “¡Bienvenida a tu casa!”
Llevaron a Ana al piso 47 — el despacho principal, donde había pasado el enfrentamiento con Kael. Ahora, el despacho estaba decorado con plantas, fotos nuestras y dibuj