Seis meses pasaron volando, y llegó el día de la inauguración del Centro Ana. El edificio estaba terminado — era un lugar hermoso, con paredes de color azul cielo, ventanas grandes que dejaban entrar el sol y un jardín lleno de flores y juegos para niños. Elara había diseñado el interior con salas de juego coloridas, una biblioteca con libros para todos los edades y una sala de arte con materiales para pintar y dibujar.
“Está perfecto”, dijo Lina, mirando el centro mientras ayudaba a Ana a ponerse un vestido de color rosa. Ahora Ana tenía nueve meses y gateaba más rápido que nunca — estaba a punto de dar sus primeros pasos.
“Elara lo hizo increíble”, dije, cogiendo a Ana en los brazos. “Los niños van a amar venir aquí.”
Sophia llegó poco después, con algunos niños de la ONG. “Estos niños van a ser los primeros en usar el centro”, dijo ella, sonriendo. “Están tan emocionados.”
La inauguración fue a las once de la mañana. Había mucha gente: empleados de la empresa, amigos, familiares, p