Celina se deslizó más cerca de ella en la cama, apoyando la cabeza en su hombro, como quien quiere compartir el peso del dolor.
—A veces, no importa cuánto hagamos todo bien… el error puede estar en el otro. En tu caso, tú no fallaste, Zoe. Él falló contigo. Tiró por la borda algo que muchos darían todo por tener. Fuiste leal, honesta, pura de corazón. Pero, ¿te has detenido a analizar qué lo llevó a actuar así? No lo estoy justificando, ¿de acuerdo?
Zoe cerró los ojos, como si necesitara creer en esas palabras.
—Amiga, él decidió callar, decidió mentir. ¿Sabes que quería que yo quedara embarazada en la luna de miel? Insistió. Dijo que quería formar una familia de inmediato. Y estuve a punto de ceder. Por suerte no lo hice.
Celina esbozó una leve sonrisa.
—Con un hijo todo se vuelve más difícil. Mira por lo que yo pasé al principio. Pero no es imposible. Habrías quedado atada a él por algo aún mayor. Ahora que estás decidida a divorciarte, tienes la oportunidad de empezar de nuevo.
—¿