El amanecer se filtraba por las cortinas cuando sentí el cambio. Fue como un tirón en mis entrañas, una corriente eléctrica que me despertó de golpe. Algo estaba sucediendo con Eva. Lo sabía, lo sentía en cada fibra de mi ser maldito. La conexión que habíamos establecido era más profunda de lo que había imaginado, y ahora podía percibir su dolor como si fuera mío.
Me levanté de inmediato, sintiendo una urgencia que no había experimentado en siglos. La marca. Tenía que ser la marca. El sello de Morgana que habíamos descubierto en su piel estaba despertando, y con él, todos los secretos que había intentado mantener enterrados.
Mientras me vestía apresuradamente, los recuerdos me asaltaron con la fuerza de un vendaval. El ritual, el pacto de sangre, la traición... y la maldición que me había condenado a la soledad eterna. Pero había algo más, algo que nunca le había contado a nadie. Algo que ni siquiera Varek conocía.
La marca no era solo un símbolo de pertenencia. Era un vínculo. Un laz