LucianDesde la distancia, la observaba. Eva. La única mujer que, contra toda lógica y maldición, seguía respirando después de besarme. Me preguntaba qué demonios había en ella, qué secreto ocultaba esa mirada tan fría y, sin embargo, tan viva. La fiesta continuaba, risas lejanas, música estridente que no alcanzaba a tocar mi silencio sepulcral. Mi mundo, desde hace trescientos años, estaba teñido de sombras y muerte, pero ahora ese eco de vida se había colado en mi oscuridad, y me desquiciaba.Mi maldición era un veneno que se infiltraba en cada latido, un castigo cruel por una traición que aún quemaba mi memoria. No, no siempre fui así. Hubo un tiempo en que amé sin miedo, sin cadenas. Pero aquel pacto roto con una hechicera poderosa me condenó. Su furia se convirtió en mi prisión: mi beso, mi más íntima expresión de pasión, era ahora un sello de muerte. El primer beso que di tras el castigo, una mujer inocente, murió en mis brazos, y desde entonces, su sangre mancha mi alma.Recuer
Leer más