Damian
La noche caía sobre Estambul como un manto de terciopelo negro salpicado de luces. Desde la ventana de nuestra habitación segura, observaba el Bósforo, esa línea de agua que divide dos continentes, dos mundos. Como Elena y yo. Como la verdad y la mentira en la que estaba atrapado.
El informe que acababa de recibir en mi teléfono encriptado me quemaba en las manos. Tres páginas de texto que confirmaban mis peores sospechas. Alguien dentro de la agencia había filtrado nuestra ubicación en dos ocasiones. Alguien con acceso a nuestros protocolos de seguridad. Y ese alguien tenía un nombre que conocía demasiado bien.
Richard Keller. Mi mentor. El hombre que me había reclutado hace diez años, cuando yo era poco más que un soldado desencantado buscando un propósito.
—¿Damián?
La voz de Elena me sobresaltó. Bloqueé el teléfono por reflejo y me giré para encontrarla en el umbral de la puerta. Llevaba el cabello húmedo tras la ducha y una camiseta demasiado grande que le había prestado. N