Damian
La noche caía sobre el desierto como un manto de terciopelo negro. Desde mi posición, podía ver las estrellas brillando con una claridad que solo existe lejos de la civilización. Irónico que tanta belleza pudiera encontrarse en un lugar tan peligroso.
Observé a Elena dormitando contra una roca, su respiración acompasada contrastando con la tensión que nos rodeaba. Habíamos avanzado veinte kilómetros desde el último punto de control, y cada metro nos acercaba más a nuestro objetivo... y al peligro.
Nunca había conocido a alguien como ella. La mayoría de civiles se habrían derrumbado hace días, pero Elena seguía adelante, con esa determinación que me fascinaba y me irritaba a partes iguales. Testaruda hasta la médula. Valiente hasta la imprudencia.
Revisé el mapa digital en mi dispositivo. Estábamos a menos de cuarenta y ocho horas del punto de extracción, pero el camino que nos quedaba era el más arriesgado. Territorio controlado por la célula de Al-Fahim, precisamente el grupo q