La tensa espera se prolongó, solo interrumpida por los sollozos reprimidos de Lucas y la ansiedad silenciosa de Alejandro. El tiempo se había estirado, cada minuto era una eternidad de incertidumbre.

Finalmente, las puertas de la sala de urgencias se abrieron. Un doctor, un hombre alto y con una mascarilla bajada, salió con un gesto de agotamiento.

— ¿Familiares de Ámber Falcó? — preguntó con voz grave.

Tanto Lucas como Alejandro se levantaron al unísono. Lucas se adelantó, listo para reclamar su lugar como prometido.

— Yo soy su prometido, Lucas Mendieta.

Alejandro se interpuso entre el doctor y Lucas con una calma forzada aunque sus manos temblaban ligeramente.

— Y yo soy Alejandro, su socio de negocios y un amigo muy cercano de la señorita Falcó. — dijo, mirando a Lucas con una advertencia en sus ojos para que no lo contradijera.

El doctor asintió, ignorando la tensión palpable entre los dos hombres.

— Señores la cirugía ha concluido. Pudimos salvar el tejido dañado a tiempo. — Com