CAPÍTULO 79: SIRENAS
Jacob
Las luces azules de la ambulancia me taladran la vista mientras la sigo de cerca. El sonido de la sirena atraviesa el parabrisas y se mete directo en mi pecho. Aprieto el volante hasta que me crujen los nudillos y acelero en cada semáforo como si mi vida dependiera de alcanzarla. No pienso en multas, no pienso en nada más que en el cuerpo de mi tía Margaret tendido en esa camilla, con una mascarilla que le cubre la mitad del rostro y las manos inmóviles a los costados. La vi sangrar. Vi cómo la subían a toda prisa y alguien gritó “trauma severo”. Desde entonces el mundo es un túnel estrecho que solo conduce al hospital.
Marco a Elena con el manos libres. El teléfono suena una, dos, tres veces. Contesta jadeando, como si hubiera estado corriendo.
—¿Jacob?
—Atropellaron a mi tía —digo sin respirar—. La estoy siguiendo. No sé si… —me descubro tartamudeando—. No sé si está viva. —Trago saliva—. Tengo miedo de que esté muerta.
Escucho un silencio helado al otro l