CAPÍTULO 104: LA VERDAD QUE CAMBIA TODO
Jacob
El sonido de las máquinas en el hospital siempre me ha puesto nervioso. Ese pitido constante, regular, me recuerda a una respiración forzada y artificial. Camino por el pasillo con paso lento, casi torpe, y cuando llego frente a la habitación, tengo que tomar aire antes de entrar.
La tía Margaret está despierta. Pálida, con el rostro más delgado, pero con los ojos vivos, claros como siempre. Sonríe apenas me ve.
—Así que volviste del más allá —bromeo.
Ella se ríe.
—Ya casi es Halloween —responde con voz ronca y una risita suave.
Yo sonrío, aunque siento un nudo en la garganta.
—Podría decirse que sí. —Me acerco a su cama y le tomo la mano—. Me alegra tanto verte despierta.
—A mí me alegra seguir viva. Me siento como si me hubiera arrollado un camión. —Se ríe despacio, pero enseguida tose.
—Eso porque casi te arrolla uno —respondo, aliviado de poder reír con ella.
Nos quedamos en silencio unos segundos mientras me observa, me estudia como s