CAPÍTULO 36: CLÁUSULAS Y FISURAS
Jacob
La miro y sé, con la certeza de un hombre que aprendió a desconfiar hasta de su sombra, que esa frase no nació de ella. Es la voz de mi madre resonando detrás, disfrazada de consejo, empujándola a soltar lo que nunca habría dicho sola.
Aprieto los nudillos contra el alféizar de la ventana. No necesito pruebas: conozco demasiado bien el modo en que Sonya Hastings mueve las piezas. Sonríe, se muestra razonable, y al final todos creen que la decisión es suya cuando en realidad llevan su sello en la nuca.
Me obligo a volver la vista a Elena. Sus ojos brillan con esa mezcla imposible de miedo y firmeza. Lo dice por su hijo, sí, pero también porque alguien más ya sembró el veneno.
Doy un paso hacia la cama, hasta quedar a medio metro de ella.
—Sé que habló contigo —digo sin adornos—. Y sé qué clase de conversación fue.
Elena niega, demasiado rápido.
—No. Solo me… aconsejó. Me recordó que mi hijo está enfermo, y tiene razón.
Su respiración se acelera, p