Ayyyy sé que ayer no subí, pero es que estaba con mil cosas!! prometo que voy a compensarlas, este mes haré maratón, pero para eso me encantaría leer más de sus comentarios !
MarinaEl amanecer en la cabaña se siente como despertar en un sueño demasiado bonito como para ser real.Estoy envuelta en una manta suave, con el aroma a madera impregnado en las paredes y el murmullo de la lluvia ya convertido en un susurro distante. Lo primero que siento es calor. El tipo de calor que no viene de la estufa, sino del cuerpo a mi lado, ese que reconozco incluso dormida.Salvador.Sentirlo ahí, saber que está a mi lado, abrazándome como si fuera el salvavidas que lo mantiene a flote, hace que mi corazón se caliente y se apriete dentro de mi pecho.Es que la cita de ayer, la visita a la cabaña, la forma en que él se abrió para mi, si lo que quería era ver debajo de sus capas, que él me mostrara quién es en realidad entonces lo hizo a la perfección y lo peor, o mejor, de todo es que consiguió que me enamorara incluso más, si es que es posible,Dejando salir un suspiro finalmente abro los ojos y lo veo. Está despierto, recostado a mi lado mientras una de sus manos sigue
Marina—No, definitivamente no..La voz de Salvador se alza y se une con la de Daniel mientras ambos se niegan rotundamente a aceptar la petición de Meyer, sin embargo yo lo que siento es un pitido en mis oídos, no puedo concentrarme ni pensar en nada más allá de las palabras del detective.Y es que, ¿Por qué entre todos los involucrados él va a querer hablar conmigo? Se supone que el odia a Salvador, que su propósito era lastimarlo a él y el de mi padre a nosotros, a menos que esa no sea toda la verdad.Y si no lo es, entonces esta podría ser la única oportunidad que tendríamos para averiguar qué es lo que estamos pasando por alto.Puedo seguir escuchando la discusión que se desarrolla y cuando levanto la mirada lo primero que veo es el rostro enojado de Salvador y el preocupado de Daniel a quién Joaquín no le quita el ojo de encima, como si estuviera listo para agarrarlo si intenta algo.Tomando un respiro profundo doy un paso al frente antes de decir:—Yo creo que lo mejor es ir a v
SalvadorPasar la noche con Marina puede convertirse en algo adictivo. Joder y eso que ni siquiera le he puesto las manos encima de la manera que me estoy muriendo por hacer, pero de alguna forma esto hace que ambos sepamos que, cuándo finalmente suceda, va a ser mejor que cualquier otra cosa.Y es que la noche anterior me encargue de hacerla sentir segura, de que supiera que no estaba sola y que yo no pensaba soltarla por nada del mundo.Y eso es justo lo que estoy haciendo ahora mismo.No he soltado su mano desde que salimos de la mansión.El camino hacia la estación de policía está bañado por un silencio espeso, de esos que no incomodan, pero que duelen. Marina va sentada a mi lado, con la vista perdida en el paisaje urbano que atraviesa el vidrio, como si buscara alguna señal del universo, algo que la prepare para lo que va a enfrentar.Pero nada puede prepararla para esto.Yo lo sé porque tampoco hay nada que me prepare a mí para verla frente a ese bastardo. Es que ni siquiera p
MarinaSiento que estoy congelada.Es como si el tiempo estuviera pasando pero yo no fuera parte de él, soy consciente que nos montamos en el auto, creo incluso que Salvador me está hablando, pero no puedo atender a lo que me dice, no cuando mi mente es un torbellino ahora mismo.No sé cuándo exactamente empiezo a sentirme tan… vacía.Solo sé que cuando cruzamos la puerta de la mansión, algo dentro de mí se quiebra. Siento los pasos pesados, el cuerpo entumecido y un nudo en la garganta que me arde con cada respiración. Salvador no me suelta la mano, pero ni siquiera eso consigue calmar el temblor que me recorre por dentro.Todo lo que dijo Meyer sigue repitiéndose en mi mente como un eco cruel.Joseph es tú tío.Meyer.. Meyer me conocía, al igual que Renata, siempre supieron quién era.Joseph odia a Salvador...Me culpa también a mi.—¿Marina? —La voz de Clara me saca del letargo apenas cruzamos el salón.Levanto la mirada y no sé que es lo que Clara ve, pero no debe ser bueno porque
MarinaSalvador se queda paralizado al escucgarme. Parpadea. Parece que no entiende del todo. Así que acerco mi mano a su rostro, lo acaricio, lo miro como si pudiera decirlo todo sin palabras.—La bebida puede acabarse mañana, el mundo también. Pero yo… yo quiero esto. Quiero a ti. Ahora.Sus ojos se oscurecen. Su mano cubre la mía. Su aliento se vuelve más pesado.—¿Estás segura? No quiero aprovecharme que estés vulnerable, nena. Puedo esperar, lo haría toda una vida si me lo pidieras.Oh amado padre, ¿Cómo podría no estar enamorada de este hombre? Cómo no podría necesitarlo y desearlo con cada fibra de mi ser. Sus palabras solo hacen que esté más segura de lo que quiero.—Lo sé, pero no quiero esperar una vida, no quiero esperar un día más, porque… porque no tiene sentido hacerlo, yo te perdoné desde el instante en que ví que fuiste por mi y supe que estaba enamorada incluso antes de que eso pasara —respondo sin dudar y escucho como él inhala con fuerza.Es la primera vez que le
SalvadorDespertar con Marina en mis brazos nunca va a dejar de sentirse como mi momento de paz. Es como si ella fuera un refugio, un lugar seguro, aún cuando ahora mismo sé que yo debería serlo para ella.La observo dormir por unos minutos, con su rostro relajado y su cuerpo enredado con el mío, como si estuviéramos hechos para encajar así. Pero entonces su ceño se frunce y su cuerpo tiembla un poco. Una pesadilla. Probablemente reviviendo la conversación con Meyer, la maldita revelación que la dejó hecha trizas.La abrazo un poco más fuerte y susurro su nombre. Se remueve, abre los ojos y, al verme, deja salir un suspiro tembloroso antes de esconder el rostro en mi cuello y entonces inclina el rostro todavía somnoliento hacia mi y su mirada, joder, su mirada me desarma y me remueve de una forma que nunca he sentido antes.—¿Un mal sueño?—le pregunto en un susurro y ella vuelve a aferrarse a mi y el hecho de que no tenga nada de ropa debajo de las sabanas hace que mi cerebro vaya de
DanielA veces siento que soy un mueble en esta casa. Uno de esos que nadie quiere tirar porque es bonito y costó caro, pero que ya no sirve para nada. Así me siento ahora. Inútil. Invisible. Como si todos tuvieran un papel en este maldito juego y yo solo estuviera… existiendo.Alex, Salvador, Joaquín, Federico, incluso Clara. Todos hacen algo. Todos ayudan. ¿Y yo? Estoy atrapado en mis propios demonios, asustado de que alguien mire demasiado profundo y vea lo que intento esconder. Porque aunque no lo diga en voz alta, estoy aterrorizado. Por Marina, por Salvador, por Joaquín. Por mí.Y entonces mi mente regresa al pelirrojo y es que yo simplemente no consigo entenderlo. Él parece que se preocupa por mi, aunque siempre se vea serio y se encarga de molestarme, hacerme pasar vergüenza, pero nunca ha demostrado directamente que se sienta atraído y eso hace que piense que se burla de mí, porque sé que él SI sabe que me atrae.No soy tan bueno ocultandolo y eso me hace sentir peor.Debe sen
MarinaEl calor de la cocina es asfixiante. El aire está impregnado de especias, humo y tensión. El restaurante está al tope, los pedidos entran y salen a una velocidad frenética, y apenas tengo tiempo para respirar.—¡Esa mesa seis todavía no tiene su orden! —grito mientras revuelvo una salsa en el fuego.—¡Ya el saco, jefa! —responde una de las cocineras.Todo marcha bien... hasta que lo veo venir.Mateo, el jefe de meseros, cruza la cocina con la expresión de alguien a punto de soltar una bomba. Por su cara, algo grande está pasando.—Marina… —su voz baja un par de tonos—. Acaba de llegar un cliente importante.Le lanzó una mirada impaciente.—Mateo, tenemos el restaurante lleno de clientes importantes. ¡Define "importante"!Él me mira fijamente.—Uno de los magnates más influyentes de la ciudad. Un socialite.Un leve murmullo se levanta entre los cocineros. Algunos se detectan un instante. Hasta los fogones parecen hacer una pausa.Siento una leve punzada de adrenalina. Si un homb