Salvador
Las palabras de Marina aún resuenan en mi cabeza: “Voy a ir.”
No debería dejarla.
Mi cerebro me dice la tome de la cintura y la encierre en una habitación hasta que hayamos recuperado a Clara, pero si lo hago ella no me lo perdonaría.
Por eso, aunque todo dentro de mí me grita que no, sé que no tenemos opción. No después del video de Clara, no después de la amenaza tan clara de Joseph, ni mucho menos cuándo el plazo hasta hoy a las 8:00.
Y, joder… Marina no es solo valiente, es el corazón de todo esto.
Pero eso no significa que voy a quedarme de brazos cruzados.
—Tenemos que armar esto como una operación militar —digo, con el tono más firme que puedo.
Estamos en el salón de la mansión. Todos están aquí: Alex, el detective, Joaquín, Daniel, Federico y Marina.
Y bueno, mi primo es otra cosa. Federico está fuera de si. No ha dejado de culparse y la rabia… el odio que ha dejado ver hacía sí mismo me ha partido el alma, porque sé que no es de ahora, es de años de estar bajo la t