Marina
Pensé que iba a morir.
Pensé que Clara había muerto.
Pensé que no volvería a ver a Salvador otra vez, pero cuándo entró en la habitación, en el instante en que mis ojos se toparon con los de él, fue como si todo el miedo hubiese desaparecido porque ahora él estaba conmigo.
El humo se queda atrás, pero el temblor en mis manos no desaparece. Tampoco el eco del disparo, ni el sonido del metal cerrándose tras de mí. Estoy en los brazos de Salvador, como si el mundo hubiese estallado a nuestro alrededor y él fuera lo único que se mantiene firme.
Su pecho sube y baja con fuerza, como si temiera que pudiera desaparecer entre sus brazos. Su voz llega entrecortada a mis oídos. No entiendo todo, pero siento cada palabra. Cada caricia en mi espalda. Cada vez que me susurra que ya todo ha pasado.
No es cierto. Aún no ha pasado. Pero sí ha terminado la parte más oscura. Lo sé. Porque estoy con él.
—Nunca más vamos a hacer algo como esto, no voy a ponerte en peligro otra vez. Nunca más.
Puedo