Capítulo 19
El sonido del despertador irrumpió en la habitación justo cuando la luz del amanecer apenas comenzaba a filtrarse por las cortinas. Roma abrió los ojos con una mezcla de cansancio y determinación. Sus hijos habían retomado las clases desde hace una semana y, aunque cada mañana era una batalla contra el tiempo, ese también era el momento más íntimo y real de su vida. Allí no existía el apellido, ni la empresa ni la constante sombra de Magnus sobre ella. En ese momento solo era ella: una madre protectora y guía.
Con suavidad, se levantó y caminó hacia la habitación contigua. Donde dos pequeños cuerpos seguían profundamente dormidos, enredados en las sábanas, respirando al compás de la inocencia. Roma sonrió pese al peso en su pecho; ellos eran su razón, su fuerza y también el secreto más peligroso que guardaba.
— Arriba, dormilones — canturreó mientras corría un poco las cortinas — El mundo no espera, y la escuela tampoco.
Las risas aparecieron entre bostezos y quejas matut