Una semana podía sentirse como una condena.
Siete días desde que Nico le soltó la verdad que no quería escuchar: Biagio estaba metido en el fraude, o por lo menos, se había aprovechado de eso. Su propio tío, el hombre que siempre había movido los hilos desde las sombras, ahora aparecía en el centro de un fraude capaz de arrastrarlo a él a una condena implacable.
Y siete días desde Valeria.
Desde esa noche en la que había probado el sabor de su boca y, al mismo tiempo, había visto cómo ella levantaba un muro helado de indiferencia que lo mantenía a raya.
Un muro tan firme que hasta había decidido dejarlo un tiempo más trabajando en la remodelación del local en el centro comercial con tal de evitarlo. Durante una semana completa había tenido esa excusa perfecta, para mantenerlo lejos de ella. Pero la obra ya casi estaba terminada, y Noah sabía que ahora tendría que inventar otra razón para seguir alejándolo.
Ese rechazo también le pesaba. Tanto como la traición de su sangre.
Noah estab