El eco de la voz de El Contador retumbó en las paredes del túnel como si viniera de todos lados a la vez. Eva sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Aquella voz, fría y calculadora, era la misma que había escuchado tantas veces en las grabaciones filtradas… pero ahora estaba allí, a metros de distancia.
Luca se adelantó, la pistola lista. La luz del amanecer filtrada desde la salida dibujaba su silueta tensa, preparada para resistir.
—Quédate atrás —le ordenó a Eva sin mirarla.
Ella apretó la carpeta contra el pecho.
—No. Si esto termina aquí, quiero estar frente a él.
Santiago levantó el rifle, cubriendo el pasillo. Marina, tambaleante pero con una determinación que sorprendía, se aferraba al brazo de Eva.
El túnel entero parecía contener la respiración. Afuera, las botas se acomodaban sobre la grava. Luego, otra voz, la misma de El Contador, volvió a hablar.
—Salgan uno por uno, con las manos arriba. La muchacha primero.
Eva cerró los ojos. Lo decía por ella.
Luca dio un paso h