Después de la cena, el ambiente en el comedor se volvió tranquilo. Los platos ya habían sido recogidos por la asistente de la casa, mientras Aurora bostezaba ampliamente y se frotaba los ojitos con sueño.
—Mamá Lilian… —su vocecita sonó suave, casi un susurro—. Tengo sueño, pero solo quiero dormir si tú me lees un cuento.
Lilian sonrió con ternura, acariciándole el cabello.
—Cariño, ya es muy tarde. Mamá y Gabriel tienen que volver a casa. Esta noche dormirás con papá, ¿sí?
Aurora abrazó el brazo de Lilian con fuerza.
—¡No! Solo puedo dormir si Mamá Lilian me lee un cuento. Uno nada más, lo prometo.
Daryl, que observaba desde su asiento, la miró a ella y luego a Lilian.
—Parece que no tienes escapatoria, Lilian —dijo con una pequeña sonrisa.
Lilian lo miró con cierta duda.
—Pero ya es tarde, Daryl. Gabriel también tiene que dormir en casa.
Daryl dirigió la mirada hacia el niño, que estaba sentado en el sofá, frotándose los ojos cansado.
—Parece que Gabriel también tiene sueño. Puede d