Capítulo 91

Eran las cuatro de la tarde. Varias maletas grandes y cajas se apilaban cerca del portón, llenas de ropa, documentos y objetos personales que Carlos reconoció al instante.

El coche de Carlos se detuvo frente a la casa. Bajó apresuradamente, con el ceño fruncido y una sensación de inquietud creciendo en su pecho.

—¿Qué demonios es esto? —murmuró, mirando confundido las maletas.

Entró rápidamente al patio. La puerta principal estaba entreabierta, y desde dentro se escuchaba música suave, un sonido inusual en esa casa.

Empujó la puerta con fuerza y avanzó con pasos pesados. Pero al llegar al salón, se quedó paralizado.

Sus ojos se abrieron de golpe. El aire se le atascó en la garganta.

Frente a él, Veronica estaba sentada en el sofá, besándose apasionadamente con otro hombre.

Carlos se quedó helado. Todo su cuerpo se tensó. Su rostro pasó del blanco al rojo por la ira.

Y lo peor de todo: reconoció al hombre.

—¿Leo...? —su voz tembló, aunque sonó firme—. ¿Tú?

Leo se giró de inmediato, con
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