La mañana finalmente llegó.
En un aparcamiento solitario a las afueras de la ciudad, un coche negro se detuvo.
Dentro, Alicia estaba sentada mirando la pantalla de su teléfono. Su rostro se veía tranquilo, pero sus ojos brillaban con frialdad.
Abrió la lista de contactos y pulsó un nombre.
No tardó mucho en escuchar la voz de Carlos al otro lado de la línea.
—¿Hola?
Alicia sonrió con un leve gesto.
—Una mañana tranquila, ¿verdad?
Carlos soltó un resoplido.
—Si llamas solo para hablar de banalidades, cuelga de una vez.
Alicia soltó una pequeña risa.
—Tranquilo, Carlos. Ya sabes que nunca pierdo el tiempo en cosas sin importancia. He estado pensando en nuestro siguiente paso.
Carlos suspiró.
—¿El siguiente paso? ¿Te refieres al plan para…?
—Separar a Daryl y Lilian, —lo interrumpió Alicia rápidamente—. Los dos tenemos el mismo objetivo, ¿no? Yo quiero que Daryl vuelva conmigo… y tú quieres, hmm… tal vez que Lilian se dé cuenta de que debería estar contigo.
Carlos guardó silencio unos se