Luego de que Eva y Alejandro finalmente decidieran regresar, la vida había ido pedacito a pedacito cambiando. Augusto era verdaderamente feliz de ver a sus padres juntos, le encantaba llegar a casa y saber que ambos llegarían más tarde, jugarían con él, le ayudarían a la tarea y luego de cenar lo llevarían a dormir.
Para el niño, este era un sueño, un que le agradecía a su abuelo Maximiliano el poder vivirlo, en mente del niño, él sabía que su abuelo, desde donde estaba, lo había ayudado para que su papá y mamá ahora estuviesen juntos.
- ¡Gracias, abuelito! Tú me cuidas desde allá y yo los cuido desde aquí. -decía el pequeño Augusto mirando la fotografía de Maximiliano Mendoza.
Aunque el niño era inmensamente feliz, no todo era así, menos cuando Alejandro había hecho públicas 3 cosas, su relación nuevamente con Eva Díaz su exesposa, la existencia de un hijo y la existencia de una hija.
Las personas se sorprendieron, puesto que, ellos conocían a Alejandro y el hombre siempre era muy he