Tras aquella anoche de pláticas pendientes y reacciones inesperadas, el sol poco a poco se fue colando por las ventanas. Eva, que luego de llorar por largo rato, se había quedado dormida, y hoy, con los primeros rayos del sol, despertaba a su realidad, una en donde la vida había cambiado en un abrir y cerrar de ojos.
- Mami, mami… -escuchó la voz de Augusto emocionado.
- Sí, cariño, ¿Qué sucede?
- Mi papá me fue a ver anoche y prometió irnos a ver a España… -dijo el niño brincando sobre la cama donde su madre estaba recostada.
- ¡Qué bien cariño! Veo que ya estás más tranquilo…
- Bueno, ¡Extraño al abuelo! Pero si papá me visita, él puede contarme cosas del abuelo, es como si ahora él estuviera en lugar del abuelo, ¿Verdad?
Eva sintió una punzada en el pecho, no sabía cómo reaccionaría Alejandro, no sabía si cumpliría su palabra o solo lo había dicho porque no quería lastimar en el momento a su hijo.
- Bueno, bueno, mi niño, debemos alistarnos, hoy sale nuestro vuelo, si tu padre dijo