El amanecer colaba su luz dorada entre la lona del carro cubierto. Katherine se acomodó tratando de ponerse cómoda y de inmediato sus ojos observaron a Cassian quien entraba apenas.
Nada en él parecía diferente, salvo quizás, la sombra de cansancio.
Katherine lo escuchó hablar con sus hombres aunque no prestó demasiada atención, sin embargo, dejó que sus ojos se desviaran sobre él analizándolo lentamente hasta que se detuvo al notar de inmediato que sobre su abdomen había un corte y la tela de su camisa estaba empapada de sangre a pesar de que no mostrara ningún signo de dolor.
Su corazón se sobresaltó sin poder evitarlo.
¿Cómo no había visto antes esa herida?
Cassian siempre parecía invulnerable, pero ahora, con esa mancha de sangre, su perfección se resquebrajaba y ella sintió un cosquilleo de preocupación que se mezclaba con un calor indescriptible.
Debían haberlo apuñalado con plata pues sino la herida hubiera cerrado hace demasiado tiempo.
El aroma de su piel, tan característicam