Los días en aquella habitación se habían convertido en puro deseo. Katherine lo sabía en lo más profundo, no era libre, no era reconocida, solo era la amante escondida de Maverik. Pero su corazón ingenuo se aferraba a cada beso, a cada instante en el que él la hacía sentir suya.Durante meses, ella vivió en esa ilusión. Mientras intentaba, con torpeza, recuperar sus poderes perdidos, Maverik la reclamaba en la oscuridad de su encierro. Y cada vez que él la tocaba, Katherine creía que el destino le daba una oportunidad.‘’Soy suya. Soy su Luna. Algún día dejará de ocultarme.’’Ese pensamiento era su única esperanza.Pero la ilusión se quebró una tarde.El instinto, la curiosidad o quizás el dolor de sentirse invisible, la empujó a abrir la puerta de aquella habitación prohibida. Caminó por los pasillos, nerviosa, con el corazón acelerado. Los guardias apenas la miraron; algunos incluso sonrieron con burla, como si supieran algo que ella no.Y al llegar afuera lo vio.Maverik estaba ro
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