Cassian inclinó el rostro, tan cerca que sus labios casi rozaron los de ella sin tocarlos.
—Yo no suelto lo que tomo —le advirtió con un susurro que sonó como una promesa y como una amenaza al mismo tiempo—. Vámonos.
Cassian no dijo más, giró sobre sus talones con esa postura arrogante y letal que lo hacía parecer un rey oscuro salido del infierno y comenzó a caminar, sin saber cómo, Katherine supo que tenía que seguirlo.
No porque él se lo ordenara.
Sino porque ya no le quedaba nada en ese lugar.
Maverik la había destrozado, le había hecho perder el tiempo y ahora ella necesitaba encontrar la manera de volver con su familia, a su tiempo.
La sala quedó atrás mientras los pasos de ambos resonaban por el largo pasillo de piedra. El aire estaba frío, denso… cargado de algo que no sabía nombrar. Pero por primera vez en semanas, Katherine no sentía que se estuviera cayendo a pedazos. Tal vez aún no entendía qué quería de verdad, pero estaba segura de lo que no quería, seguir siendo la lob