Kerem, con la mano de Lena entrelazada con la suya repitió:
—Entonces, el sábado.
Lena asintió apenas y luego soltó un “sí” que no sonó tan firme como pretendía.
—Iremos al instituto a hablar con esa tal Marla. Quiero una explicación sobre esos documentos —soltó Kerem, quien comenzaba a perder la poca paciencia que tenía.
Lena levantó la mirada, pero su semblante cambió de inmediato. El leve color que habían recuperado sus mejillas cuando Kerem tomó su mano, se borró, como si alguien hubiese apagado la luz en su rostro. Y una vez más afirmó.
Sin embargo, aquellos monosílabos que Lena había expresado no parecían convencer a Kerem, quien sabiendo que había empleados cerca, le dijo a Lena que lo acompañara a su habitación.
Subieron en silencio. Kerem cerró la puerta detrás de ellos, con un golpe seco.
—¿Qué carajos sucede? —Su voz era baja, pero tensa, como si contuviera algo más que simple curiosidad.
Lena apretó sus puños.
—No… no sé de qué hablas —siseó tratando de parecer natural.
Ke