El pequeño baño se convirtió en un templo de vapor y susurros. El agua de la bañera, antes quieta, ahora parecía viva, arremolinándose suavemente alrededor de sus cuerpos, cargándose con la energía que emanaba de su piel. Era un circuito cerrado de poder, un eco de la laguna, pero más íntimo, más controlado.
Mar, guiada por la mano experta de Selene, comenzó a perder el miedo, comenzó a explorar. La torpeza inicial de sus dedos dio paso a una curiosidad audaz. Descubrió la textura de la piel de Selene bajo el agua, más suave, más resbaladiza. Descubrió la forma en que los músculos de su vientre se contraían con cada caricia, los pequeños sonidos ahogados que escapaban de la garganta de su Alfa. Y con cada nueva respuesta, con cada estremecimiento compartido, sentía cómo el poder dentro de ella respondía, no con la viole