Jayden Hendrix es el rey de los hombres lobo. Frío. Letal. Prohibidamente atractivo. Durante años ha protegido a Asterin, la hija de un hombre lobo de alto rango, y la única loba que ha deseado con una obsesión que lo consume. Ella ha crecido en su castillo, entre entrenamientos, lunas llenas… y caricias contenidas. Jayden la vio convertirse en mujer. Una mujer que despierta sus instintos más oscuros. Pero hay una regla que no puede romper: no puede reclamarla hasta que complete su transformación. Hasta entonces, deberá resistir. Aunque cada mirada, cada roce, cada aroma de su piel lo empuje al borde del colapso. Con los cazadores acercándose y la guerra amenazando al reino de Enderdol, la línea entre deber y deseo se vuelve más delgada. Y cuando la luna los cubra… nadie podrá detener lo que siempre ha sido inevitable. Él la ha deseado en silencio. Ella está lista para arder con él. ¿Quién podrá frenar al lobo cuando su alma gemela se ofrezca por voluntad propia?
Leer másEstación Cuatro, Distrito Doce, Año 1603Jayden Hendrix "Nunca subestimes la fuerza de tu enemigo; su furia, aunque parezca una bruma, puede ser letal." El cazador se mueve con una seguridad implacable, escaneando cada rostro en la sala con una mirada cargada de desafío y desdén. Sus ojos fríos reflejan una mezcla de desprecio que intimida a todos. Nadie osa moverse; es como si incluso el aire estuviera congelado, y el silencio es tan pesado que puedo escuchar el latido acelerado de mi propio corazón. Un escalofrío recorre mi espalda al pensar en la situación en la que nos encontramos: la única salida está bloqueada, y aunque las ventanas ofrecen una ruta al exterior, nos encontramos a tres pisos de altura. La caída no es lo que más me aterra; el verdadero desafío es encontrar la manera de distraerlos, de idear algo lo suficientemente astuto para obtener el tiempo que necesitamos para escapar. La tensión en el ambiente se vuelve casi tangible, cada segundo se alarga, torturándome, m
El sonido de más estruendos se acerca rápidamente, y un grupo de soldados entra en la sala, su presencia envuelta en una atmósfera de alerta.—El castillo está bajo ataque —grita uno de los caballeros.—¡Evacuen rápido! ¡Nos atacan los cazadores! —se escucha otra voz entre los gritos desesperados.Pero ya es demasiado tarde. De pronto, un grupo de cazadores irrumpe en el salón con paso firme y calculado, sus botas golpeando el suelo de mármol, cada sonido como un presagio oscuro que resuena en el aire pesado. Se colocan en formación, cerrando la única salida, bloqueando cualquier intento de escape con una precisión escalofriante. Visten trajes de cuero oscuro, gastados y endurecidos por innumerables batallas, pero reforzados para el combate, cada una de sus prendas impregnada de una determinación fría e inquebrantable.Las armas que portan —ballestas listas para disparar y cuchillos de hoja afilada— están manchadas de un carmesí seco, como si fueran trofeos de encuentros anteriores. S
Estación Cuatro, Distrito Doce, Año 1603"Jayden Hendrix"El baile comenzará en pocos minutos, y mi mayordomo asignado cuida cada detalle mientras me ayuda a prepararme para el baile de invierno de esta noche. Llevo puesto un traje de gala negro, finamente confeccionado, con bordados dorados que recorren los bordes de mi saco. Los bordados no son solo adornos; representan años de tradición, un hilo de oro que conecta a los líderes de nuestra especie a través de generaciones. La intrincada labor de cada bordado refleja la destreza de los artesanos de nuestro reino y sus deseos de destacar e impresionar, entretejidos por ellos en cada puntada.Los bordes dorados armonizan con el raro tono de mis ojos, de un dorado profundo que brilla con intensidad. Este dorado no es solo un color, sino una marca antigua, un rasgo distintivo que lleva el peso de mi linaje. Entre los alfas, poseemos una peculiaridad desde el nacimiento: nuestros ojos reflejan el color de nuestra forma lobuna, como una ad
Estación Cuatro. Distrito Doce. Año 1603Jayden Es un día perfecto. La luz suave de la mañana se filtra a través de los ventanales del castillo, inundando los pasillos con una calidez reconfortante. Camino despreocupado, sintiendo el aire fresco de invierno que se cuela por las ventanas. Los aromas de la nieve recién caída y el sonido distante del viento me envuelven, dándome una sensación de paz y libertad.Avanzó hacia el comedor, mis pasos resuenan con eco en las paredes, y al llegar al pasillo de retratos, me detengo ante el cuadro de mi madre. Su melena rojiza y sus ojos verdes parecen cobrar vida bajo la luz, irradiando esa calidez que siempre la caracteriza . A su lado, mi padre la sostiene en un abrazo protector, su cabello oscuro y sus ojos azules contrastando perfectamente con ella. Aunque heredé el cabello rojo de mi madre, sé que mis facciones reflejan los de mi padre; sin embargo, siempre consideré el color de mi cabello como una conexión especial con ella, una pequeña m
Jayden Hendrix: Después de que mi luna se marchara, me encuentro frente a una última audiencia con uno de los habitantes de la manada, un hombre de aspecto humilde que se presenta ante mí con evidente nerviosismo. La sencillez de sus ropas y la forma en que evita mirarme directamente reflejan su posición y su respeto hacia mí. Con voz vacilante, el hombre expone su solicitud para visitar a un familiar en otra manada, sus palabras tambaleándose mientras explica la importancia de este viaje. Mantenía los ojos fijos en el suelo, como si temiera que mirarme directamente fuera una falta de respeto.Escucho en silencio, conteniendo un suspiro de cansancio. Mis pensamientos están lejos, sumergidos en el vacío que dejó la partida de mi luna. Sin querer prolongar la jornada, finalmente hago un leve gesto con la mano y le concedo la autorización.—Permiso concedido. Puedes marcharte —respondo con voz neutra, esperando que mi tono le indique que la audiencia ha concluido.El hombre se apresura
Jayden Hendrix:La mañana había comenzado temprano para mí. Mi Beta vino a despertarme en la biblioteca, un hábito que había desarrollado cuando me absorbía el trabajo hasta altas horas de la noche . Traía consigo noticias que no esperaba, y que, sin embargo, despertaron mi interés.La manada de Flor de Luna había sido destruida. Los cazadores acabaron con cada uno de ellos, y entre los pocos supervivientes, el ex-Beta buscaba asilo en nuestra manada. Ordené que se suspendiera el entrenamiento para concentrar a mis guerreros en la seguridad del territorio. Esto era más que un simple ataque: implicaba una amenaza cercana y real.Después de tomar mi desayuno habitual —carne preparada justo como me gustaba—, me dirigí a la sala del trono para recibir a los supervivientes. Apenas me había acomodado en el trono cuando escuché los golpes firmes en la puerta.—¡Alfa Jayden Hendrix, le traemos ante usted al exiliado que encontramos! —anunció uno de mis caballeros, entrando con una expresión d
Marcus kendrick: Mi mente está en blanco mientras corro por el bosque Eberdel. Cada paso retumba en mis oídos como un eco de desesperación, y el dolor, implacable y ardiente, adormece mis sentidos, dándome la sensación de que mi carne se quema viva. Pero ese no es el mayor de mis problemas en este momento; el bosque Eberdel no es solo un lugar de sombras y silencio, sino un refugio repleto de bestias. Criaturas salvajes que acechan entre los árboles, guardianas de secretos, y que mantienen a los humanos a raya, permitiendo que las manadas permanezcan ocultas y dispersas. Pero a pesar de su protección natural, eso no evitó que los cazadores nos encontraran.La manada más cercana está a algunas horas, y con suerte, si no encuentro obstáculos en el camino, podremos llegar al amanecer. Esa es nuestra mejor oportunidad. No es cualquier manada; es la manada del Rey. Un lugar donde la seguridad y el poder se entrelazan en sus murallas y hechizos.Con la idea clara y la certeza de que es la
Manada flor de luna: Bajo la pálida luz de la luna llena, la manada Flor de Luna se reúne en un claro del bosque, celebrando el nacimiento de su próximo líder. El aire está cargado de anticipación, y las estrellas parecen resplandecer en complicidad, iluminando a los lobos congregados. En el centro de todo, dentro de la gran mansión del Alfa, se libran dos batallas: una por la vida de un nuevo cachorro y otra por la resistencia de su madre, envuelta en el agotador trance del parto.El Alfa Bryson, un lobo de pelaje oscuro y ojos acerados, observa desde la entrada de su hogar con una mezcla de orgullo, preocupación y esperanza. Este es su primer cachorro, el futuro de la manada, el que llevará su legado. Los miembros de Flor de Luna aguardan expectantes en el exterior de la mansión, susurrando plegarias y abrazándose a su fe en el futuro del clan. Pero su júbilo es ciego al peligro que acecha en los límites del bosque de Eberdel. Las sombras se mueven en silencio entre los árboles, oc
Jayden Hendrix:Me examino con meticulosidad frente al espejo, cuidando que cada detalle de mi atuendo sea impecable. Mi traje negro de gala cae con precisión sobre mi cuerpo atlético. Mis ojos recorren cada línea y pliegue del traje, asegurándome de que no haya imperfecciones que puedan arruinar mi apariencia. Mi cabello, rojizo como el fuego, enmarca mi rostro de piel clara, resaltando mis ojos azules. Mi porte es el de un rey, no puedo evitar sentirme satisfecho al ver reflejada mi imagen. Los que se atrevan a mirarme no podrán evitar quedar fascinados.Con sumo cuidado, coloco mi corona de rubíes sobre la cabeza. Cada joya brilla intensamente, añadiendo un toque de extravagancia a mi atuendo. Estoy listo para enfrentar las quejas diarias, que son una constante en la vida de un monarca. Siempre es lo mismo: súplicas, demandas, problemas que parecen no tener fin. Pero, a pesar de todo, un rey como yo debe vestirse con dignidad, no solo para mí, sino para mantener la imagen de poder