Los días que siguieron a la confesión de Mar transformaron la cabaña de una trinchera a un nido de conspiradores. La tensión de la sospecha fue reemplazada por una eficiencia febril, una concentración colectiva en la guerra que se avecinaba. Pero la paz estaba lejos de ser restaurada. Era una calma frágil, un pacto de no agresión entre tres depredadores que se estudiaban mutuamente, conscientes de que la más mínima muestra de debilidad podía romper el equilibrio.
El cambio en Mar fue lo más notable. La sumisión temerosa desapareció, reemplazada por una dedicación casi maníaca a su nueva tarea. Florencio, a regañadientes y bajo la insistencia de Selene, le había dado acceso a una de sus laptops encriptadas. Y Mar, la HienaGris64, volvió a la vida. Pero esta vez, su caza no era por placer o por ideología. Era por supervivencia.Se pasaba horas