080.
La página no tenía firma.
No decía “madre”, ni “abuela”, ni “loba”.
Solo ese título.
Reflejo.
Selene pasó los dedos por la línea que unía los cuerpos de las dos mujeres. Un trazo gris, como si estuviera hecho de humo. Un hilo invisible que conectaba los dedos de ambas a través del mar.
El mar.
Otra vez. Siempre el mar.
¿Era esa otra una hermana? ¿O una visión? ¿Una parte suya que había muerto y ahora pedía volver?
Apoyó la espalda contra la pared. El corazón le latía como si no pudiera decidir si quería huir o transformarse.
Pero no se transformaba. No todavía.
La luna seguía sin hablarle.
Y entonces, por primera vez, lo pensó en voz alta:
—¿Y si estoy rota?
La pregunta flotó en el aire. No recibió respuesta. Ni siquiera de sí misma.
🌑 🌊 🐾
Cata se miraba en el espejo sucio que Mar le había traído.
No era un gesto de amabilidad. Era un experimento.
Mar quería verla.
No como era. Sino como se estaba volviendo.
El rostro tenía una marca nueva: una línea pálida en la mejilla, como si u