081. Elegir el Veneno
La pregunta de Florencio no era una pregunta. Era una daga de tres filos, y la ponía en la mano de Selene, obligándola a elegir cuál de ellos clavaría en su propio futuro. Elio, el monstruo de su pasado. Mar, el monstruo que ella había ayudado a crear. O Blandini, el monstruo del mundo de él, cuya guerra ahora se derramaba sobre el de ella.
Selene se apartó de él. Caminó hasta el rincón más oscuro de la cueva, buscando una distancia que le permitiera pensar. Se sentó en el suelo frío, abrazando sus rodillas. La intimidad de la mañana, la sensación de su piel contra la de él, parecía un recuerdo de otra vida. La cruda realidad de la guerra los había vuelto a convertir en lo que eran: dos piezas en un tablero demasiado grande.
—No podemos ir por Blandini —dijo ella finalmente, su voz un murmullo razonado, la voz del Alfa evaluando el campo—. Esa es tu guerra, no la mía. Es política. Si intentamos atacarlo directamente, nos exponemos. Entramos en su terreno, un mundo de prensa, abogados