051.
La noche estaba partida. Selene caminaba de regreso por la arena con la mandíbula apretada y los puños tensos. Las huellas que dejaba en la orilla no duraban más de cinco segundos. Las olas las borraban. Como si el mar también quisiera negarla.
Grh...
No había dejado que Elio viera su debilidad. Pero la tenía. No en el cuerpo. En la memoria.
Cada paso que daba, recordaba a su manada. A los rostros perdidos. A los aullidos apagados en la noche del exterminio.
Y en el centro de todo eso… Elio. Con su sonrisa de oro y su olor a traición.
Pero también con su olor a ella. Porque eso era lo más jodido.
El único que olía como ella. El único que le hacía hervir la sangre cuando estaba cerca.
—Maldito seas —murmuró, rascándose el cuello—. O maldita yo por no poder matarte aún… grh…
🌑 🌊 🐾
Elio se quedó acostado en la arena.
La espalda húmeda. El pecho salado. La entrepierna dura.
No por el beso. Por la reacción.
Por el modo en que Selene lo había desafiado, humillado, escupido… y excitado.
S