050.
Elio y Selene estaban a un metro de distancia. Pero el aire entre ellos ardía.
No era deseo. Tampoco odio. Era algo más antiguo. Más primario. Más salvaje.
Elio clavó la mirada en ella. Sus pupilas eran finas, verticales, casi felinas.
—No viniste a buscarme, ¿verdad?
Selene negó con la cabeza.
—Te encontré sin querer.
—Tss. Mentís mal.
Ella sonrió, apenas.
—¿Y vos? ¿Viniste a matarme?
—Pensé que estabas muerta. Creí que la sal te había terminado. O que Florencio te había usado hasta quebrarte.
—Me quebró. Pero no me terminó.
Elio dio un paso más. Ahora estaba tan cerca que podía olerla. Y lo hizo. A fondo.
—Seguís oliendo a loba. Aunque lo niegues.
Selene alzó el rostro. No retrocedió.
—¿Querés comprobarlo?
Elio sonrió con los dientes. No los de humano. Los otros.
—Claro que sí.
🌑 🌊 🐾
Selene se giró. Caminó hasta una zona más oscura, al costado de las rocas. Sabía que él la seguía. Podía sentir su sombra en la nuca.
El cuerpo le latía. Las piernas le temblaban. Per