043.
Selene no desayunó. El cuerpo lo rechazaba. Florencio había preparado café, pero ella solo lo miró. Sentada en la punta de la mesa, con los brazos cruzados, las piernas tensas, los labios cerrados como un secreto.
Florencio la observaba de reojo. Como quien no quiere invadir, pero necesita confirmar que todavía está ahí. Entera. Sólida. Deseándola.
—No tenés que quedarte —dijo ella, sin mirarlo.
—Ya lo sé.
—No te estoy echando.
—Ya lo sé.
—Pero si te vas, no te voy a pedir que vuelvas.
Florencio apoyó la taza. Se acercó hasta quedar frente a ella. Le alzó la barbilla con dos dedos.
—Entonces quedémonos callados. Así no tenemos que arrepentirnos de lo que decimos.
Selene cerró los ojos. La piel le ardía. No por fiebre.
Por deseo no admitido.
🌑 🌊 🐾
La tele quedó encendida en el fondo, como un murmullo ajeno. Pero una frase irrumpió como un cuchillo:
"Última hora: comienza oficialmente la aplicación de la Ley de Seguridad Biológica Humana..."
Florencio se tensó. Selene lo miró.
—¿Qu