044.

Florencio no se fue. No esa noche.

Aunque todo en su interior lo empujaba a hacerlo. A cerrar la puerta. A dejarla sola. A decirse que todo había sido una mentira disfrazada de piel tibia y gemidos reales.

Pero se quedó. Sentado en el borde de la cama. Mirando el suelo como si ahí pudiera encontrar una respuesta más sencilla que aceptar lo que acababa de escuchar.

Selene tampoco se movía. Estaba envuelta en la manta. El cabello desordenado, húmedo, los labios apretados.

—Decime algo —pidió ella.

Florencio negó con la cabeza.

—No tengo palabras.

—¿Y qué tenés?

—Imágenes. De nosotros. En esa cama. Hace unas horas.

—No soy un monstruo.

—Eso es lo peor. No puedo odiarte.

Selene tragó saliva.

Él no se alejaba. Pero tampoco la tocaba.

Y eso dolía más que una puerta cerrada.

🌑 🌊 🐾

En algún rincón del país, Elio miraba el video.

La pantalla iluminaba apenas su rostro. El torso desnudo. El colgante de oro con la garra le colgaba en el pecho como un testigo silencioso.

La imagen de Selene, t
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