024. Tuya, Aunque te Duela
La puerta de la habitación se cerró tras Selene, pero el eco de la confrontación permaneció vibrando en el aire de la cabaña, una nota sostenida de amenazas y promesas rotas. Florencio se quedó inmóvil, de pie, el vaso de whisky olvidado en la mano. La espalda de ella al pasar a su lado, la tensión en sus hombros, el roce deliberado de su cuerpo… todo había sido una declaración. La presa se había negado a aceptar su rol. Peor aún, lo había desafiado en su propio terreno.
Una sonrisa amarga, casi imperceptible, tiró de la comisura de sus labios. Había querido ponerla a prueba, acorralarla para verla romperse. Y en lugar de eso, ella le había devuelto el golpe con una ferocidad que lo había dejado extrañamente… vacío. Y excitado. La mezcla era un veneno lento que le recorría las venas. La quería sometida, bajo su control, descifrada. Pero también la deseaba precisamente por esa resistencia, por ese fuego indomable que se negaba a extinguirse. Era la paradoja que lo estaba volviendo loco