Yvi
Estoy ahí, bajo los cielos grises, los latidos de mi corazón resonando en mi pecho.
El viento muerde la piel, pero es una mordida familiar. No es el viento lo que me hiela.
Es esta verdad que arde dentro de mí.
Lo que llevo.
Lo que él ya sabe.
Estoy embarazada.
Y no es de Alexandr.
Pero él lo sabe.
Lo supo incluso antes de que yo lo dijera.
El vínculo entre nosotros es extraño, fuera del tiempo, fuera del mundo.
Él sabe.
Como siempre lo ha sabido.
Y, sin embargo, nada puede preparar un corazón para esa verdad.
Golpeo la puerta de su habitación.
No me detengo, mis pasos me llevan hacia él, como un instinto, como una llamada.
Pero él ya me espera, allí, en la sombra de su trono, un rostro impasible, una silueta inmóvil.
El silencio entre nosotros es pesado. Cargado de todo lo que aún no ha dicho.
Lo siento, en el aire, en las vibraciones de la habitación.
Él espera a que hable, pero sabe.
Siempre ha sabido.
Aleksandr
No digo nada al princi