Kael
El viento azota mi rostro, frío como una hoja. Pero no es el frío lo que me hace estremecer. No es el invierno, ni la amenaza de la guerra. Es ella. Es Yvi.
Ella está en algún lugar entre estas paredes, sola. Y en peligro.
Aprieto los puños. Los pasillos de Aleksandr huelen a dominación y sangre antigua. Este palacio es una trampa dorada, una fortaleza para los monstruos. Y sin embargo, aquí es donde está retenida.
Levanto la vista. Lyam está a mi derecha, Soren a mi izquierda. Nuestros miradas se cruzan, y la tensión entre nosotros se convierte en vibración.
La llamada está ahí, sorda, visceral. Pulsante bajo nuestra piel.
— Es hora. Tenemos que llamarla, digo.
Asienten. No se necesita nada más. Actuamos. Siempre. Juntos.
Cierro los ojos. Extiendo mis raíces internas hacia la tierra, aunque esté sofocada bajo las piedras, aplastada por el poder de Aleksandr. La energía responde. Débil, pero viva.
Me sumerjo en ella. Me dejo invadir.
Y con un grito brutal, un rugido primal, llamo