Deseos salvajes Desde su infancia, Ivy siempre ha sabido que era diferente. Adopida por una familia humana, siente un vacío inexplicable, una apelación de otros lugares. Cuando llegó a sus dieciocho años, surgen fenómenos extraños: sus sentidos son dibujados, sus sueños se vuelven proféticos y una fuerza desconocida despierta en ella. Su vida cambia cuando cruza el camino de los trillizos Callis, Lyam, Kael y Soren, tres hermanos tan cautivadores como peligrosos, herederos de una línea maldita de hombres lobo híbridos. Marcado por su dualidad, medio lobo, media creación de un antiguo poder olvidado, están vinculados a una profecía que anuncia el advenimiento de una reina capaz de restaurar el equilibrio entre especies ... o hundirlas en el caos. Sin embargo, tan pronto como se encuentran con Ivy, la obviedad es esencial: es la que esperaban. ¿Pero es su salvación o su pérdida? Entre el deseo y la desconfianza, debe domesticar su propia herencia, enfrentar a aquellos que quieren su poder ... y elegir qué tripletes harán latir su corazón, a riesgo de romper el equilibrio frágil de su manada. Porque en las sombras, los enemigos merodean, listos para hacer cualquier cosa para evitar que la profecía se realice. ¿Qué pasaría si la sangre de Ivy conteniera el secreto de un poder incluso mayor que el de los propios lobos? Debido a que aparece un vampiro original, lo reclama como su compañero.
Ler maisHiedra
El bosque respira. Cada rama cruje como si escondiera un secreto. El aire está cargado de humedad, resina y algo más… algo antiguo. Camino sin hacer ruido, mi aliento entrecortado, los pasos livianos como sombras. La noche abrasa, densa, sofocante. Como si el mundo entero contuviera la respiración.
No debería haber venido.
Lo siento en los huesos.
Algo me sigue.
Aferro la tela de mi vestido. Mi corazón golpea con violencia. No veo nada, pero lo percibo: una presencia que me acecha. Invisible. Salvaje. Implacable.
Un crujido entre las hojas.
Me detengo en seco.
La oscuridad se espesa a mi alrededor. Mi garganta se cierra. Quiero correr, girar sobre mis talones, escapar. Pero mis piernas se niegan.
Y entonces los veo.
Tres pares de ojos brillan en la penumbra.
Sombras vivas, deslizándose entre los troncos como depredadores en cacería. Lentamente emergen de la nada.
No son hombres.
Son bestias.
La luna revela sus siluetas. Altos. Desnudos. Irreales. La piel brilla con un fulgor pálido. Sus músculos parecen esculpidos por la noche misma. Irradian peligro. Fuerza. Dominio.
Y algo dentro de mí… tiembla.
El más imponente avanza.
Lyam.
Su cabello negro cae sobre un rostro de líneas feroces. Sus ojos dorados lo anclan al suelo, como brasas encendidas.
—Te estábamos esperando —gruñe, su voz rasposa como una promesa que arde.
A su derecha, Kael sonríe con dientes de lobo. Hay algo perverso en sus ojos, en su forma de mirarme.
—Tardaste demasiado —murmura, cada sílaba como un roce en la piel.
El último, Soren, guarda silencio. Pero no es pasivo. Observa. Calcula. Y su mutismo tiene filo.
Trago saliva. Mi boca está seca.
—¿Quiénes son? —susurro.
Lyam da otro paso. Su presencia me envuelve. Su olor me alcanza: madera, ceniza, carne encendida.
—Somos los que habitan tus noches.
Mi pecho se contrae. Un murmullo brota del pecho de Kael, como un ronroneo oscuro. El calor me golpea.
Quiero negar, retroceder. Pero mi cuerpo no me obedece.
Tiemblo.
Kael se acerca. Sus dedos rozan mi brazo con suavidad. Un simple contacto. Y una llamarada me recorre.
—Estás ardiendo —susurra—. Lo sientes, ¿verdad?
Miento con el cuerpo.
Pero no con el alma.
Lo deseo.
Dioses, lo deseo.
Lyam sonríe. Una sonrisa de depredador.
—Eres nuestra —sopla al oído.
Su aliento me atraviesa como un susurro prohibido. Se me escapa un gemido.
Y bajo la luna, sé que es demasiado tarde.
Ya crucé el umbral.
El calor me devora.
Mi piel arde.
Doy un paso atrás, pero ellos me rodean.
Lyam frente a mí, su mirada como una jaula.
Kael detrás, su pecho rozando mi espalda.
Soren se acerca por fin, su presencia rompe el aire. Sus ojos oscuros me clavan al suelo.
—Mírate —dice con voz baja—. Lo sabes. Lo sientes.
Cierro los ojos.
Lucho. Contra este fuego que late entre mis piernas. Contra el deseo que quema.
No debería estar pasando.
Pero está pasando.
Lyam me sujeta de la cadera. Su gruñido es un tambor en mi oído.
—Nos perteneces.
Kael acaricia mi brazo. Un roce apenas. Y sin embargo, siento que me incendia.
—¿Para qué? —respiro—. ¿Por qué mi cuerpo les responde así?
Soren se agacha frente a mí. Sus dedos levantan mi mentón. Su mirada me arrastra.
—Porque eres una de los nuestros.
El tiempo se suspende.
Un solo latido.
Niego con la cabeza.
Pero ya es tarde.
Ellos lo saben.
Y yo también.
—No… es imposible…
Lyam ríe. Bajo. Grave. Y el sonido vibra entre mis piernas.
—Lo entenderás pronto.
Kael muerde mi oreja. Su lengua roza mi piel.
Y no puedo gritar.
—Pero antes… —murmura— veremos cuánto puedes resistir.
La trampa se ha cerrado.
Y no hay escapatoria.
El aire pesa. Me ahoga.
Ellos me rodean, me desean, me poseen sin tocarme del todo. Mi corazón golpea como una amenaza.
Pero no es miedo lo que siento.
Es algo más.
Primit
ivo.
Irresistible.
—No soy para ustedes —articulo con un hilo de voz.
Una carcajada grave se arrastra en la noche.
Lyam.
—Aún no.
Yvi El amanecer se vuelve aún más brillante. Ya no hay dudas. El viento, ligero como una caricia, sopla entre los árboles. Cada hoja, cada brizna de hierba, cada soplo de aire parece estar en armonía. La tierra, el mar y el cielo parecen dar la bienvenida al nuevo día con un fervor silencioso. Solen está aquí. Ha tomado su lugar en este mundo, y con él, el peso de la esperanza.Apreto su pequeño cuerpo contra mí, su aliento cálido contra mi pecho. Es tan pequeño, tan frágil. Y, sin embargo... lo lleva todo. Es la respuesta a todo lo que hemos vivido, a todas las pruebas que han moldeado nuestras vidas. La lucha, los sacrificios, las traiciones, las esperanzas caídas. Todo eso ha conducido a este momento. A él.Aleksandr está cerca de mí. No dice nada. Su mirada está llena de orgullo, pero también de una tristeza discreta, como si el hecho de que Solen exista no borrara las luchas de su pasado. Veo al hombre que es, ese hombre que ha atravesado tantas sombras para llegar a este insta
YviLa noche retrocede como una marea lenta. El cielo se desgarra, roto por una nueva luz, un resplandor pálido que no pertenece ni al día ni al más allá. Todo parece suspendido. Hasta el viento se ha callado.Mi vientre se tensa, pero no es solo el nacimiento de un niño. Es el de una era. De un equilibrio. Lo siento en mis huesos, en mi sangre. Está llegando.Grito, no de dolor, sino de llamado. Y el mundo me responde.Aleksandr me abraza, sus manos en mis hombros, su voz en mi oído, débil pero anclada.— Estoy aquí. Hasta el final. Hasta él.Sus brazos me sostienen. Pero es su alma la que siento. Completa. Ofrecida. Conectada.Alrededor, se colocan en círculo. Nuestros pilares. Nuestros guardianes. Aquellos por quienes este milagro es posible.KaelEl cielo palpita. Un alba sin sol se arrastra entre las nubes. Y en el centro de esta claridad: ella. Ella que da a luz lo que incluso los dioses temían.Siento la energía vibrar bajo mis palmas. La tierra habla, a través de mis huesos, m
Soren— Hay que tocar el Corazón.— ¿Estás bromeando? susurra Lys. ¿Quieres atravesar eso?— No hay opción.Me lanzo.Entre las Sombras, las hojas, los gritos.He vivido demasiado tiempo para huir ahora.IskraEstoy a su lado.La espada adelante.Nací para esta batalla.No para sobrevivir.Sino para arder hasta la última chispa.LysCanto.De nuevo.Más fuerte.El mundo sangra a nuestro alrededor.Pero mi canto lo mantiene en pie.Como un aliento.Como un corazón que se niega a morir.El GuardiánMiro a Yvi.Ella tiembla.Finalmente.Lo ha entendido.— El precio no es una vida.Es un nombre.Ella frunce el ceño.— El tuyo.Ella titubea.Luego levanta la cabeza.— Entonces que también arda.YviAvanzo.Dejo mis recuerdos atrás.Camino sobre la falla.Sobre este hilo tenso entre el Vacío y el Todo.Y al final, lo veo.El Aliento Original.Ni creador, ni destructor.Un latido.Un instante.Un comienzo.Extiendo la mano.AleksandrSiento el impacto.Como una desgarradura por dentro.Lo ha
YviEstoy cayendo.Pero no es una caída.Es un regreso.El vacío me recibe como un vientre antiguo.Atravieso las capas de la existencia, los mundos que ya no se nombran, los recuerdos apagados.Mi carne es ardor.Mi memoria es fuego.Mi nombre es un grito.A mi alrededor, todo se pliega.El mundo se deshace en el orden inverso de su nacimiento.Los océanos se retiran, las montañas se derrumban al revés.El primer aliento del mundo se repite.Y yo, en el centro.Me convierto en el origen.Luego, me detengo.Suspendida en el ojo del ciclón.Una silueta me espera.Grande. Desnuda. Inhumana.Cubierta de cadenas.Y detrás de sus ojos — el olvido.El Guardián— No debiste regresar, Yvi.— Nunca me fui realmente.Extiendo la mano.Un fuego negro palpita en ella.No es magia.Es algo más.Algo que ni siquiera él comprende.Él me mira.— Has probado lo que precede a los dioses.— Soy ese sabor.Él retrocede. Solo un poco.Suficiente para que sienta su miedo.Eso me da alas.AleksandrLa sentí
Aleksandr El cielo sangra. La aurora no se levanta. Ella huye. Camino por las ruinas de un mundo que ya no me obedece. Cada paso levanta la ceniza de una guerra que no elegimos. Pero que hemos terminado. O creímos haber terminado. Porque aquí nada duerme del todo. Y siento… algo. Un escalofrío en mis huesos. Un susurro antiguo. El aliento de Yvi, quizás. O la sombra de lo que viene. — Ella aún está aquí, murmura Lys detrás de mí. Me doy la vuelta. Ella está desnuda en la luz. Desnuda de miedo, de duda, de mentira. Sus tatuajes brillan como cicatrices abiertas. No llora. No llora más. — ¿También la sientes? pregunto. Ella asiente. — Es el fuego bajo la tierra. Y comienza a salir. Lys Veo a través de ella. A través de lo que ha dejado. El mundo se retuerce bajo mis pies. Y cada paso se convierte en una elección. No queda nada del antiguo equilibrio. El Guardián se ha ido, pero la fractura aún se estira, como una herida que se niega a
MAleksandrElla desaparece.No en la muerte.No en el silencio.Se convierte en otra cosa.Una luz extraña irradia del centro de la grieta, suave y ardiente a la vez.No devora.Revela.Caigo de rodillas.Intento recordar su rostro tal como era antes de todo esto.Antes de la magia, los pactos, los dioses rotos.Antes de la guerra.Pero todo se desvanece.Solo me queda una sensación.Su calor en mi palma.El peso de su cabeza contra mi pecho, una noche, hace siglos.Y esta frase:“Te elegí, incluso cuando no debí.”Grito, pero nada sale.El grito permanece encerrado en mi garganta.El mundo se cierra sin ella.LysMe incorporo.La tierra está agrietada bajo mis pies, pero me mantengo de pie.El viento aún lleva las cenizas de lo que fue, pero avanzo.Ella ya no está.Pero algo ha quedado.Lo siento dentro de mí.Un eco. Una chispa.Extiendo los brazos.Y la luz me responde.Mi piel se ilumina, veteada de líneas doradas que no me pertenecían antes.Símbolos antiguos aparecen en mis br
Último capítulo