Yvi
Estoy aquí, frente a él, las palabras escapándose de mis labios como cadenas que acabo de romper. He dicho todo. He compartido lo que me he convertido, lo que llevo. Lo que he aceptado. Y lo que es inevitable.
Creía que la verdad nos acercaría. Creía que después de todo lo que hemos pasado, él entendería. Pero veo en sus ojos algo que no había anticipado. Algo más oscuro, más pesado. Un torbellino de ira. De posesividad. Retrocede, como si mi declaración fuera un golpe, una ofensa que no puede tolerar. Los trillizos. El niño que llevo. La idea de que estén dentro de mí lo hace temblar. Lo veo. Lo oculta, pero lo veo. Es un sufrimiento que esconde tras una máscara de hierro, pero sus ojos no mienten. Veo el horizonte oscurecerse en su mirada, una tormenta gestándose.
Aleksandr No dice nada de inmediato. El silencio se extiende, pesado, como una red invisible que aprieta la habitación. Gira a mi alrededor, como una bestia lista para saltar. Sus pasos son lentos, calculados, pero no