Kael
La siento antes de verla.
El olor del hierro. De sangre.
No la nuestra.
La suya.
O peor... la de él.
Me quedo helado. El corazón a punto de estallar.
Mi mandíbula se tensa. Mis puños se cierran.
Ella regresa de allá.
De su casa, de su habitación...
De la guarida del monstruo.
Y sé.
No necesito que hable.
Sé lo que ha hecho.
Lyam
Ella entra.
El silencio cae como un hacha.
No dice nada.
Pero todo grita en ella.
Su cuello está marcado.
Sus muñecas enrojecidas.
¿Sus ojos?
Evasivos.
Y yo, me levanto. Lentamente.
Una sola pregunta en mi garganta.
Pero es Soren quien explota primero.
Soren
« Lo hiciste. »
No son palabras.
Es un hacha.
Un constatación.
Una puñalada.
Y ella... no niega.
Ni siquiera tiembla.
Pero sus dedos, ellos, la traicionan.
Están temblando como hojas bajo la tormenta.
Kael
Mi ira sube de golpe.
Grito.
Rompo la mesa.
La madera estalla bajo mis puños.
Ruge como una bestia.
Porque eso es