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Capitulo 6: la cena de Fuego

El chófer de Demian condujo el auto hasta la inmensa propiedad, un monumento de cristal y acero que gritaba poder. Valeria se sentó en el asiento trasero junto a su padre, con la mandíbula tensa. Su vestido, de un vibrante azul zafiro, celebraba sus curvas rellenitas, un desafío consciente a las normas que su hermana Victoria intentaba imponerle.

En el asiento delantero, Sara y Leo —sus mejores amigos, invitados de última hora a insistencia de Valeria como escudo protector— intentaban aligerar el ambiente.

Sara: (Susurrando) __Si este Demian se atreve a mirarte mal, le tiraré el vino encima. O al menos, un poco de esa peste que te hace tan irresistible__

Valeria sonrió. Sara se refería a su capacidad de ser auténtica y desinhibida, una mujer que olía a libertad en un mundo de desodorantes perfumados y falsedad.

La tensión se palpó en el aire en cuanto Valeria entró en el salón principal, una habitación de techos altos adornada con arte moderno y ventanas panorámicas que mostraban la ciudad a sus pies.

Victoria fue la primera en golpear. Apenas había saludado a Sara y Leo, a quienes consideraba demasiado comunes.

Victoria: (Con una sonrisa forzada a Claudia, su madrastra, y con la voz elevada para que Valeria escuchara) __ Valeria, ¿segura que quieres ese plato tan grande? Ya sabes, la dieta para el verano... Aunque, sinceramente, hay algunas cosas que el ejercicio no puede arreglar __

Valeria sintió el habitual pinchazo, pero no se inmutó. Era una mujer empoderada, no por sus logros, sino porque su valor no dependía de la báscula de su hermana.

Valeria: (Mirando a Victoria directamente) __Gracias por tu preocupación, Victoria. Pero mi apetito es tan grande como mi ambición. Lo disfruto todo __

Demian Vieri entró en ese instante, deteniendo la pequeña disputa. Llevaba un traje que le sentaba como una segunda piel. Su mirada fue directa a Valeria, analizando su vestido, sus curvas y el desafío en sus ojos. Su deseo, el deseó ardiente, era un pulso silencioso entre ellos que nadie más podía escuchar.

A su lado estaba Luca, un hombre más robusto, con ojos vigilantes. Cerca de la mesa, un desconocido, Elias, de cabello claro y sonrisa fácil, se acercó a Valeria, ignorando la presencia intimidante de Demian.

Elias: __Valeria, ¿verdad? Soy Elias. Me alegra que alguien en esta sala no parezca recién salido de un funeral. Tu vestido es espectacular, y te queda... impresionante. Por fin, una mujer que no teme ocupar su espacio __

El coqueteo era abierto. El deseó en el aire se transformó en un celos palpable que hizo que Demian se pusiera rígido. Demian, que no toleraba que se le acercara lo que consideraba suyo, caminó hacia ellos con pasos lentos y deliberados.

Demian: (Dirigiéndose a Elias con una cortesía mortal) __ Elias, un placer verte. Pero le ruego que no distraiga a mi invitada de honor. Valeria y yo tenemos negocios que discutir. A solas __

El "A solas" era una promesa y una amenaza. Elias lo sintió.

Elías: (Levantando las manos con una sonrisa juguetona, pero mirando a Valeria) __ Entendido, Demian. Pero, Valeria, si esta expansión de negocios te aburre, sabes dónde encontrarme __

Cuando Elias se alejó, Demian acorraló a Valeria contra la mesa con su presencia. El aire entre ellos vibraba.

Demian: (Su voz era baja y peligrosa) __ Parece que a todos les gusta lo que tengo. Me alegra que te veas tan... desafiante esta noche. Pero te sugiero que no juegues con fuego. O te quemarás

Valeria: (Ella no retrocedió. Su peste de libertad estaba en su máxima expresión) __¿Temes a la competencia, Demian? ¿O te molesta que alguien más reconozca que mis curvas son tan valiosas como tus acciones? __

El rostro de Demian se oscureció. Ese era el juego: ella usaba el deseo como arma, la usaba para recordarle que él no la poseía. La miró, recordando el tacto de sus caderas, y el placer casi la hizo

temblar.

Demian: (Tomó su brazo con una delicadeza posesiva que no dejaba lugar a dudas) __No tengo competencia. Lo que es mío, es mío. Y no me molesta que seas valiosa, Mi Deseo Ardiente. Me molesta que tu padre y ese idiota de Elias piensen que puedes ser compartida. Esta noche me encargaré de dejar claro a quién le perteneces __

La música en el salón era suave, un jazz elegante, pero Demian hizo un gesto a uno de sus hombres, y la melodía cambió abruptamente a un tango lento, cargado de melancolía y amenaza.

Demian no esperó el permiso de Valeria. Su mano se deslizó desde su brazo hasta su cintura, envolviendo una de sus curvas rellenitas con una firmeza que era puro acero. Era un toque que gritaba propiedad.

Valeria, intentó apartarse, su voz un susurro envenenado __No sé bailar tango. Suéltame __

Demian: (La atrajo más cerca, obligándola a apoyar su cuerpo contra el suyo. La diferencia de estatura y su presencia imponente la hicieron sentir pequeña por primera vez) __No te pregunté si sabías. Te dije que vamos a bailar. Y tú no mientes, Valeria. Sé que disfrutas de mi control tanto como yo de tu desafío __

El movimiento del tango es de dominio, y Demian lo ejecutaba a la perfección. No era un cortejo; era una lección de posesión. Él guiaba cada paso, cada giro, sus piernas rozando las de ella en un roce que simulaba la pasión de su noche anterior. El recuerdo del placer ardiente la golpeó con tal fuerza que tuvo que morderse el labio para no gemir.

Ella era rellenita, pero bailaba con la fluidez y la fuerza de una mujer empoderada, utilizando su peso para resistir sutilmente su control, sus ojos fijos en los de él en una batalla silenciosa.

Valeria: __ ¿Te gusta el teatro, Demian? ¿Necesitas que tu audiencia vea que puedes doblegarme? __

Demian: Inclinó la cabeza hasta su oído, el calor de su aliento encendiendo chispa __ Me gusta que me veas. Que recuerdes lo que mis manos hicieron con estas curvas la otra noche. Y me gusta que Elias y tu padre vean a quién vas a elegir cuando llegue el momento. Mira a tu alrededor, bella. Mírame __

Valeria hizo un rápido barrido. Su padre sonreía, orgulloso de la amistad entre ellos. Su mejor amigo, Leo, parecía incómodo, sabiendo que algo andaba mal. Victoria, su hermana, los observaba con una envidia tóxica: no por el hombre, sino por la intensidad de la atención que Valeria recibía.

En un rincón, Claudia, la madrastra, sostenía una copa de vino, sus ojos fijos en Valeria con una angustia silenciosa. Claudia conocía el costo de bailar con el diablo y su mirada gritaba una advertencia: No lo provoques.

Demian la sujetó por la espalda y la hizo girar en un movimiento rápido, acercándola tan violentamente que sus labios casi se encontraron.

Demian: __ ¿Sientes el deseó? Sé que sí. Está quemando tu ropa y la mía. Y te recuerdo que soy el amigo de tu padre. ¿Qué tan memorable es eso? __

El beso de Demian fue un simple roce en la comisura de sus labios, pero fue un beso que lo dijo todo: Estás atrapada. Y me deseas.

El tango terminó. El aplauso fue cortés. Demian la soltó, pero el agarre invisible de su posesión permaneció.

Demian: (A todos) __ Gracias. Siempre es un placer compartir un momento así __

Luego, se giró hacia Luca, su amigo.

Demian: __Luca, acompaña a Valeria y sus amigos a la terraza. Asegúrate de que nadie los moleste__

Era un movimiento estratégico. No los estaba liberando; los estaba poniendo bajo vigilancia. Él era el único que podía tocarla, pero el mensaje para los demás (incluido Elias) era claro: Ella está custodiada.

Valeria miró a Demian por última vez, sus ojos llenos de desafío y una chispa innegable de placer al ser confrontada con tanta intensidad. No sabía si odiarlo o rendirse a esa fuerza.

Demian había ordenado a Luca que los escoltara a la terraza, y el hombre, con su aire de guardia personal, cumplió. El aire frío de la noche fue un alivio para Valeria, pero no pudo disipar el calor que Demian había encendido bajo su piel.

Una vez en la terraza, lejos del ruido, Sara fue la primera en explotar.

Sara: __ ¡¿Qué diablos fue eso, Valeria?! Ese hombre es... peligroso. ¿Viste cómo te miraba? Parecía que te iba a devorar delante de tu padre. ¡Y la cara de tu hermana! Necesitas un exorcismo, o al menos, una terapia intensiva __

Leo: (Más calmado, pero preocupado) __Sara tiene razón. Había algo muy oscuro en ese baile. Y Demian... he oído hablar de él. No es solo un 'amigo de la familia'. Es un depredador, Val __

Valeria se acercó a la barandilla, sintiendo el viento frío. No podía mentirles, ni mentirse a sí misma.

Valeria: (Su voz era baja, una confesión) __Lo es. Es el diablo en persona, Leo. Pero... no puedo mentirles __

Se giró hacia ellos, y en sus ojos había una mezcla turbadora de miedo y excitación.

Valeria: __ Desde que lo conocí, desde que me tocó... siento que me he convertido en otra persona. Una persona que le gusta esta adrenalina__

Recordó el baile, la fuerza de Demian contra su cuerpo, la intimidad violenta de sus piernas rozándose, la promesa en sus ojos. Recordó sus manos, que habían adorado cada una de sus curvas rellenitas la noche anterior, y cómo la habían sujetado con autoridad en la pista de baile. El juego de ser el ratón la excitaba, la empoderaba, porque significaba que ella era lo suficientemente valiosa para que el gato más peligroso de la ciudad se dignara a perseguirla.

Valeria: _ Él quiere controlarme. Yo lo odio. Pero la verdad es que... me está gustando este juego del gato y el ratón. Y lo peor, Sara __ admitió, bajando la voz hasta un susurro cargado de culpabilidad y deseó __ lo deseo más que antes. Lo deseó ardientemente. Saber que es el mejor amigo de mi padre, saber que es el jefe de la mafia... solo hace que la prohibición sea más dulce

Se pasó la mano por el cuello, sintiendo el calor que persistía. Estaba atrapada en una fascinación tóxica.

Luca, que se había mantenido como una estatua cerca de la puerta, apenas hizo un movimiento, pero cada una de las palabras de Valeria había sido registrada. Su misión era proteger a Demian, y esa confesión era oro puro. Demian no se había equivocado: su deseó ardiente era correspondido, aunque ella lo negara.

Valeria se dio la vuelta, con una resolución renovada y peligrosa.

Valeria: _Se acabó el pánico. Él me ha declarado la guerra. Y yo no tengo dueño, ni en el placer ni en el peligro. El juego ha comenzado, y no voy a perder __

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