Mundo ficciónIniciar sesiónDemian Vieri se deslizó por la puerta principal de la residencia del padre de Valeria, el traje impecable, la sonrisa cortés. El amigo de la familia había cumplido con la farsa social. Una vez en la acera, su rostro se cerró, volviendo a la máscara de frialdad que reservaba para su verdadera vida.
La sensación de satisfacción era un calor oscuro que le recorría el pecho. No por la reunión de negocios de su padre, ni por la farsa de cortesía, sino por la mirada de terror y desafío que había visto en los ojos de Valeria. Mi Deseo Ardiente. Pensamiento de Demian: No era el cuerpo. Cientos de mujeres le ofrecían eso. Era el desafío. Su desinterés por mi nombre era una burla a mi posesión sobre el mundo. Su negativa a decir una sílaba era un grito de autonomía que yo no podía tolerar. Demian había pasado toda su vida controlando variables. La lealtad de sus hombres, el mercado negro, las alianzas políticas: todo se medía, se calculaba, se compraba. Había asumido que el deseo era otra transacción más, que el placer era un servicio que se podía adquirir. Pero Valeria va más allá no solo lo desafío si no que también lo reto a un duelo .. Desde el momento en que la vio bailar en ese club mugriento, ella se había convertido en la única variable que no podía controlar, la única cosa que no podía comprar. Los demás hombres la miraban con lujuria, pero él la miró con reconocimiento. Ella, con esa confianza descarada que celebraba cada curva de su cuerpo y esa risa que desafiaba a todo el mundo, era el epítome de la libertad que él no se permitía tener. Y justo por eso, se convirtió en su obsesión. Anoche, cuando ella le dijo: __No tengo dueño. Ni nombre para ti __ , Demian había sentido una fascinación tan intensa que le había hecho perder la compostura. ¿Una mujer que no tiene dueño? Eso era un insulto a su misma existencia, el es el mismo dueño de todo hasta del mismo infierno, y ella con su mirada coqueta esas curvas le dicen que no tiene dueño. Lo sintió más que un desafío Él no había permitido que nadie, ni siquiera ella misma, lo llevara al límite. Pero cuando sus manos habían agarrado sus caderas, sintiendo la fuerza y la suavidad de su figura rellenita, y ella lo había mirado con esa intensidad salvaje, Demian había sabido que tenía que ser su posesión más preciada. No era solo el sexo; era la necesidad de dominar lo indomable y no piensa perder y como sea la hará entender Mientras su coche blindado se alejaba, Demian tocó el anillo de sello en su dedo, el símbolo de su autoridad. Sacó su teléfono y marcó un número encriptado. Demian: "Dante. ¿Tienes la información que te pedí sobre Valeria Osorio?" Dante (La voz de su hermano, fría y eficiente, llegó desde el otro lado): __ Lista. Nombre completo, horarios, amistades, y el informe financiero del negocio de su padre. También la relación con la madrastra y la hermana. ¿La quieres por escrito __ Demian: __ Dime solo lo relevante de su vida. Su punto débil __ Dante: __No tiene un punto débil obvio. Es una mujer fuerte. Odia que la controlen. Su única constante es su necesidad de independencia. Lo único que realmente le importa, además de su libertad, es su madrastra, Claudia. Tienen un vínculo genuino__ Demian se recostó en el asiento. El control. La libertad. Demian: (Con una sonrisa que no auguraba nada bueno) __Entonces, su punto débil es su necesidad de no tener ataduras. Un error de cálculo. Todo el mundo tiene cadenas, Dante. Solo tienen que ser de oro lo suficientemente fuerte __ Dante: __¿Qué hacemos? ¿Quiere un contrato? ¿Asustamos al padre? __ Demian: __No. Su padre es un canal, no el objetivo. Quiero que esté cerca de mí. Quiero que ella venga a mí por su propia voluntad. Pero que no tenga opción de irse. Llama a Federico. Quiero que organice una cena de negocios la próxima semana. En mi residencia. E insiste en que Valeria debe asistir para hablar de 'la expansión __ Demian colgó el teléfono. Miró por la ventana, la ciudad pasando a toda velocidad. Su corazón, ese músculo que se suponía que no sentía, latía con una nueva y peligrosa emoción. Él estaba dispuesto a quemar el mundo de Valeria, a usar a su familia y su libertad como combustible, con tal de que ella entendiera una sola cosa. Su mente ya estaba justificando el inevitable secuestro. No era un acto de crueldad; era un acto de necesidad. Él era el Demonio, sí, pero ella era la Luz que impedía que la furia lo consumiera por completo. Y si la Luz no venía voluntariamente, sería traída. Ella no tenía dueño, no. Pero ahora tenía un Dueño. Y él estaba deseando volver a saborear ese deseó ardiente que solo ella podía despertar. Lamentó es lo que sentirá ella al verse cruzado con el demonio






