CAPÍTULO 73: POST PARTO
Eden
El búnker huele a sudor, sangre seca y metal. Y a recién nacida, lo cual, sorprendentemente, es lo único que me mantiene cuerda en este momento. Selena duerme en mi pecho, ajena al desastre que fue su llegada al mundo, mientras el pecador se sienta frente a mí con el rostro apretado y la mandíbula tensa. La camisa empapada de sangre está en el suelo, y entre los vendajes improvisados y los frascos que encontró en una vieja caja de primeros auxilios, intento no pensar en lo absurdo de todo esto.
—Si tuviera una moneda por cada vez que tengo que curarle la herida a un Volkov… —murmuro, mientras limpio la herida en su costado con una gasa empapada—… tendría tres. Lo cual no es mucho, pero es curioso que ya me haya pasado tres veces.
Nikolai suelta una risa seca, ronca por el cansancio, pero viva. Su sonrisa aparece, torcida, esa que siempre me da la impresión de que está a punto de confesar un pecado... o cometer uno nuevo.
—Quizá es una maldición —dice mirán