CAPÍTULO 74: AUSENCIA
Dmitry
Los hombres de la Bratva se mueven como sombras entre los cuerpos inertes, limpiando los rastros del asalto. No hablan, no preguntan, solo obedecen. Así somos criados, así sobrevivimos.
Mi padre está en su despacho, el mismo en el que me enseñó a cargar un arma antes de saber leer. Sus ojos están clavados en el cristal del whisky que gira en su mano, pero sé que no está viendo la bebida. Está viendo su imperio tambalearse. Vulneraron a la mansión Volkov y no hay mayor humillación para él que esa.
—Padre —digo, y mis palabras rompen el silencio como un disparo—. Lo siento, fallé. —Sus ojos, idénticos a los míos, se alzan. No hay comprensión en ellos, solo juicio—. Los maté a todos, pero no contaba con que Zhao recibiría ayuda interna.
No se inmuta, pero puedo ver cómo se tensa la línea de su mandíbula. Su voz suena a una amenaza cuando pregunta:
—¿Quién?
—Natasha Petrova —respondo sin rodeos—. Le vendió la información a la Triada por una venganza contra Nik